Desbordados por los autos

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Por JUAN SÁBATO (*)

Ya no son tan sólo unas pocas cuadras, sino que es todo el macrocentro de City Bell el que se ha convertido en una gran playa de estacionamiento. Y en la práctica, para uso privado de gente que trabaja en La Plata o, en muchos casos, en Buenos Aires. Que dejan el auto allí y vuelven muchas horas después.

A diario lo autos estacionan, primero, en las calles cercanas a la Estación ferroviaria y luego, a medida que se ocupan los espacios, en calles más alejadas.

Sus propietarios se dirigen a la estación y toman los servicios que van hacia Constitución o La Plata. Los autos permanecen estacionados entre diez y doce horas, sin permitir ninguna posibilidad de recambio.

Puede decirse que a eso de las 9,30 de cada mañana hábil, el 70 por ciento de los espacios públicos para estacionar ya se encuentran ocupados. Con la contrastante curiosidad de que la mayoría de los comercios de Cantilo y sus adyacencias abre a partir de las 10.

A esa suerte de “clientela” fija que deja el auto en el casco de City Bell y que no paga nada por ello, se les debe sumar un 15 por ciento –entre dueños y empleados de locales comerciales que a partir de las 10 ocupan los espacios que van quedando para estacionar- y es de suponer, entonces, que sólo un 15 por ciento permanece a disposición de los habitantes que intentan con dificultad conseguir un lugar lícito para estacionar.

Los organismos públicos que tienen la responsabilidad de hacernos cumplir con las ordenanzas municipales, deberían dictar nuevas ordenanzas que limiten la estadía de automóviles que, sin ningún tipo de restricción, han tomado a estos espacios públicos como de uso privado y gratuito.

Sugiero, por consiguiente, proyectar y construir una gran playa de estacionamiento para 300 o más automóviles detrás de la Estación de trenes, en el extenso parque que da hacia el barrio Savoia, que ahora cuenta con doble entrada: la de Güemes y la del paso bajo nivel con ingreso y egreso cercano al club Hípico. Allí podría cobrarse una tarifa baja en costo, pero que resultaría suficiente, por ejemplo, para pagar el sueldo al personal de vigilancia de la playa.

No se está hablando de un gran emprendimiento, esto queda en claro, sino de una alternativa a la que puede accederse con un poco de creatividad y de inteligencia. City Bell atraviesa horas críticas en materia de planificación, de modo que esta posibilidad parece sencilla, accesible y capaz de resolver el grave problema de los estacionamientos prolongados.

 

(*) Arquitecto y vecino de City Bell

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