“Las facultades”: suspenso, estrategia y seducción en los exámenes finales

En su primera película, Eloísa Solaas pone la cámara en el rito de la evaluación oral de las universidades públicas

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Un alumno pulula por los pasillos de una institución. “Fuma, camina, mira a los que salen, a los que entran, con qué cara...”. Mientras, espera que lo llamen. Cuando su nombre, finalmente, suene, será interrogado por alguien que tiene el poder de subirle o bajarle el pulgar.

Parece la premisa de una película de suspenso, con tintes kafkianos. Es, sin embargo, la materia de que está hecha un documental observacional, “Las facultades”, ópera prima de Eloísa Solaas que se estrenó ayer en el Cine Gaumont y el Malba de la capital federal, y que pone el foco en un momento crucial en la vida de los estudiantes: los exámenes finales.

Situación que para cualquier estudiante es un mundo, como sabe la egresada de la UBA Solaas, elegida como la mejor directora en la Competencia Argentina del último Bafici por su primera cinta, que lleva varios años en su cabeza.

“Desde que estudiaba estaba latente la idea: en varias oportunidades me imaginé qué pasaría si hubiera una cámara donde estaba rindiendo”, confiesa la directora. “Yo llegaba a rendir abrumada, hablaba en piloto automático para no sentir nervios... La situación me parecía tan extrañada, el modo en que rendir afecta a la persona, cómo modificaba el habla, el no saber dónde mirar, la exposición”, agrega.

Ya del otro lado del mostrador, como docente, la idea seguía rondando, y Solaas hasta escribió un guión que incluía un examen oral, pero que fue descartado. “Me di cuenta que me interesaba el aspecto documental, poner la cámara en esa instancia y retratar los recursos que ponen en juego los examinados”.

Necesitaba voluntarios. Lentamente, fue consiguiendo adhesiones, alumnos que abrieron sus sesiones de estudio y facultades (eligió distintas carreras buscando “los lenguajes y los mundos internos de cada carrera”) que se prestaron: no solo se abrió la UBA, sino que además retrató el caso del convenio entre la Unsam y el Penal 48 de San Martín, donde se estudia Sociología de forma similar a como se hace en la Universidad, con clases dentro de la prisión.

Y así fue construyendo una película con “algo de voyeur”, y en el camino fue volviéndose claro el valor cinematográfico de la situación de examen: todos tienen un rol, actúan para convencer al otro y, claro, está el suspenso de que, cuando uno el pregunta, no se sabe si el otro sabe la respuesta.

Claro que, aún sin saber, los alumnos van ganando formas para convencer, “sus estrategias de seducción”, dice Solaas. “El examen oral es en ese sentido un entrenamiento al que hay que someterse. Si querés hacer una carrera, hay que someterse a ese ritual, ese sistema donde el docente tiene cierto poder y es el alumno tiene que demostrar”, afirma la realizadora, que a pesar de ciertas escenas que reflejan los absurdos niveles de nerviosismo que se alcanzan, no es “para nada crítica” del sistema de evaluación. De hecho, “Las facultades”, en su buceo por los exámenes finales, funciona también como una particular radiografía de la universidad pública y un recorrido sobre los modos de transmisión del conocimiento y amor al saber.

 

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