Un marcador de punta que en el Pincha impuso un estilo que perduró a través de los años
Edición Impresa | 10 de Agosto de 2019 | 05:19

Oscar Malbernat, para todos Cacho, fue el capitán del gran equipo de Estudiantes que ganó el primer campeonato Metropolitano en 1967, la Copa Intercontinental 1968 y las Libertadores de 1968, 1969 y 1970. Un verdadero símbolo de la época Pincharrata más gloriosa, producto del semillero del club, quien elegido por Osvaldo Zubeldía para ser parte de una defensa que jamás se olvidará, completó una carrera soñada por cualquier futbolista.
En las inferiores, Malbernat integró la increíble “Tercera que mata”, la cual bajo la conducción de Miguel Ignomiriello fue subcampeona en 1964 y campeona en 1965. Con esa formación, pareció lógico que a continuación fue parte del plantel principal, aunque obviamente que seguramente ni el mismo imaginó llegar hasta donde llegó, levantando Copas que se recuerdan como las conquistas más significativas del fútbol argentino a nivel intercontinental.
En 1972 pasó a Boca, junto a Carlos Pachamé, y se retiró del fútbol profesional en Racing, lo cual sirve para completar una carrera deportiva que, no quedan dudas, escribió sus páginas más destacadas con la camiseta albirroja, que tantos años y en tantas canchas mostró como un aguerrido marcador de punta. Cacho, el platense que nació el 2 de febrero de 1944, jugó nada menos que 246 partidos en Estudiantes, entre 1964 y 1971.
Hacer referencia a la campaña de los albirrojos que desembocó en el título festejado en Old Trafford, significa recordar a un plantel acotado, del cual Malbernat fue uno de sus protagonistas principales, una de sus caras visibles, que hasta el final de sus días fue vinculada a la institución a la que años más tarde regresó como director técnico, y de la que nunca se alejó.
Cuando hizo referencia a lo alcanzado con aquel equipo irrepetible, que dominó el mundo bajo la conducción de Osvaldo Zubeldía, una y otra vez confesó que “todo pasó muy rápido, y no sólo para mi, porque a todos nos pasó algo parecido... Nunca nos dimos cuenta de todo lo que hicimos”.
Malbernat asomó en la Primera de Estudiantes allá por 1964, cuando empezó a ser visto en el equipo reemplazando a Cheves, un marcador de punta izquierdo de muy larga trayectoria, y un año después, en 1965, se afirmó definitivamente con Zubeldía como su maestro.
Protagonista de “mil anécdotas”, Cacho sonreía cada vez que se contaba alguna, y para empezar, todos coincidían en que “era el único con cara de bueno”, al repasar las imágenes de cada uno de los integrantes de aquella última línea desarrollada con proyección internacional. Pero en realidad, se trataba de un marcador tan aguerrido como el que más. Un verdadero león.
Con el fervor como bandera, Malbernat avanzó, junto a varios más, desde aquella “Tercera que mata”, la que terminó siendo el semillero de un equipo que hizo historia, y que anoche perdió a su “Gran capitán”, porque nadie podría pensar en alguien que no fuera otro que Cacho al hacer referencia al principal dueño del brazalete.
Un marcador incansable fue este lateral imposible de anular por completo, ya que si quedaba en el camino, su poder de recuperación estaba a la altura de los mejores. Por ser una verdadera síntesis del espíritu imaginado por el formador del Estudiantes-campeón del mundo, Malbernat fue distinguido como el emblema, y en consecuencia capitán.
Zubeldía tuvo sus discípulos, y entre ellos Malbernat, obvio, quien resumió la idea del fútbol utilitario pregonado por su Maestro. El control del juego desarrollado por el rival, entre otros movimientos con la aplicación de la posición adelantada, y el aprovechamiento de cada jugada de pelota parada.
Cacho encajó mejor que nadie en esa estructura, que del orden hizo una consigna, lo mismo que del sacrificio y de la colaboración con el resto, porque el equipo estaba por sobre todas las cosas. Esas virtudes resumió Malbernat a lo largo de su trayectoria, y trató de inculcar a quienes dirigió tras su retiro.
Malbernat fue el marcador de punta más recordado de la historia del club, quien impuso un modelo que perduró a través de los años.
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