La odisea de atravesar China
Edición Impresa | 13 de Septiembre de 2019 | 03:27

Fernando Alegre
falegre@eldia.com
Desde el inicio se sabía que la cita ecuménica no resultaría cómoda. Sin embargo, las distancias entre las distintas canchas suman adversidades al idioma y a la complicación del uso de internet, algo vital
Cuando Argentina derrotó a Serbia, absolutamente todos los argentinos presentes en el Dongguan Basketball Center se fundieron en abrazos cargados de emoción. Y no fue para menos, los de Hernández “rompieron el Mundial”, eliminaron al gran candidato europeo y volvieron a situarse entre los cuatro mejores de la competencia.
Sin embargo, una vez que la euforia se disipó, comenzó el complicado proceso de conseguir transporte para recorrer los más de 1800 kilómetros que separan Dongguan de Beijing.
Ya sea por vía terrestre o aérea, atravesar China implica un desgaste mayúsculo dentro de un certamen que ya de por sí obliga a estar a la altura, tanto física como mentalmente.
Desde el idioma, la principal piedra en el zapato, hasta las largas colas y los interminables controles, todo se hace parte de un combo que no permite disfrutar el trayecto de un tren bala impecable, que se caracteriza por recorrer varias ciudades y que permite observar la agricultura de un país que se nutre en gran parte de ella.
De las poco más de 9 horas que dura el viaje, la gran mayoría de ellas se usan para descansar e intentar comprender un dialecto cerrado, muy rápido y ciertamente complicado para cualquier occidental.
Pese a las complicaciones, que no son menores, el servicio cuenta con la posibilidad de adquirir comida y bebida gracias al constante ofrecimiento del agradable servicio de tripulación, que intenta que uno no sienta los más de 400km por hora que suele alcanzar el tren.
Como en cada medio de transporte, las distintas estaciones son alertadas primero en chino y luego en inglés, buscando facilitar que cada uno llegue a destino.
Cerca de las 23 fue el anuncio que indicó la llegaba a Beijing West Railway Station, último punto de conexión con la sede en la que Argentina intentará escribir una nueva página dorada con esta creciente generación.
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