Trucos siempre vigentes, inmunes a las cámaras, la vigilancia y hasta los sensores

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El accionar de las “mecheras” ocasiona graves perjuicios a la economía de los negocios más chicos, sobre todo a los del microcentro de La Plata que deben lidiar con esta modalidad prácticamente a diario.

La mayoría instala cámaras de seguridad o personal de vigilancia que neutralice el problema, pero más de una vez los dispositivos no sirven más que para documentar el hecho y los vigiladores no llegan a detectar las maniobras.

Aunque se las conoce como “mecheras” porque la mayoría son mujeres, no faltan hombres en las bandas que roban con esta mecánica, que consiste, básicamente, en irrumpir en grupo en un local para dividirse el “trabajo”: mientras uno o más distraen a las empleadas, otros se mueven por los negocios simulando mirar la mercadería mientras esconden productos entre la ropa, carteras o en bolsas especialmente preparadas para inhibir los sensores de seguridad. Los especialistas aseguran que “reconocerlos es fácil”, porque se mueven en grupo, algunos actúan acompañados por chicos y suelen llevar bolsones grandes.

Los locales de ropa y los supermercados son las principales víctimas de estos “robos hormiga” que generan fuertes pérdidas económicas que no están a la medida de la sanción penal.

A aquellos que son detenidos en flagrancia por este delito se los procesa por “hurto” o “tentativa de hurto”, de modo que no pasan demasiado tiempo presos y los comerciantes terminan convencidos de que denunciar es una pérdida de tiempo.

Por eso, en no pocos locales han resuelto sacar provecho del material que les aportan las cámaras de seguridad, difundiendo a través de las redes sociales los rostros de los mecheros para prevenir a otros comerciantes, o directamente imprimir las imágenes y exhibirlas en los negocios a modo de “escrache preventivo”. En definitiva, cualquier recurso vale y ninguno alcanza.

 

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