En el Barrio Mosconi los vecinos viven atrincherados en sus propias casas
Edición Impresa | 21 de Septiembre de 2019 | 02:45

Los vecinos del Barrio Mosconi de Ensenada no quieren ni pensar que puedan volver a estar en el medio de enfrentamientos que no ahorran en pedradas, gases lacrimógenos y balas de goma. Por segundo día consecutivo, y en esta oportunidad cuando comenzaba a amanecer y muchas de las familias de la zona no habían alcanzado a despertarse todavía, manifestantes de un sector de la Uocra y la Policía se tiraron “con todo” en las inmediaciones de la puerta 4 de la destilería YPF. Producto de la violenta agitación, tres niños y tres adultos tuvieron que ser asistidos en la guardia del Hospital Cestino: las emanaciones disparadas por las fuerzas de seguridad les habían provocado alteraciones en la visión y dificultades respiratorias.
“La estamos pasando muy mal”, lamentó ayer un frentista que vive a escasos metros de la Puerta 4 y cuando recién había pasado un rato del mal momento vivido toda la mañana.
Eran las 6.15 de la madrugada. Algunos hombres y mujeres se disponían a levantarse para encarar la jornada y a los más chicos les quedaba un resto de sueño antes de tener que despertarse para ir a la escuela. De golpe, el barrio se volvió una zona de combate y la gente que habita esas casas modestas situadas enfrente y al costado de la planta donde se generó el conflicto por el personal de la empresa Aesa que fue cesanteado tuvo que atrincherarse, literalmente, en sus hogares. Y es que, relataron los vecinos, en primera persona, saltaron de la cama por el estruendo de los disparos (gases y balas de goma), del impacto de las piedras de los más diversos tamaños arrojadas por los manifestantes, y de los móviles policiales que a toda velocidad iban y venían por esas calles.
Pasado ese primer instante de susto e incertidumbre, los frentistas que rodean el establecimiento comenzaron a sentir los efectos de las emanaciones en la vista y en el sistema respiratorio y algunos de ellos corrieron hasta el Cestino, donde se les suministraron nebulizaciones para facilitar el paso del aire a los pulmones.
Frente a la convulsión de un conflicto que se prolonga en el tiempo los vecinos tienen miedo. Y es por eso que si bien necesitan manifestar lo mal que están viviendo en el contexto de su barrio se cuidan muy bien de acompañar con nombre y apellido sus testimonios. “Vuelan piedras, el patio de la casa de mi mamá está lleno de perdigones, y los gases nos arruinan los ojos. Esta situación es terrible. Y lamentablemente ya hasta nos estamos acostumbrando a este infierno, porque parece cosa de todos los días”, comentó un joven que vive a 300 metros de la planta y que en pleno disturbio fue a verificar cómo estaba su madre, vecina casi aledaña al centro del conflicto.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE