Las finanzas climáticas

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Belén Delgado

En la próxima década habrá que destinar 1,8 billones de dólares a la adaptación al cambio climático, cantidad que para que llegue a los más pobres deberá traducirse en inversiones concretas como la protección de los manglares o semillas tolerantes a la sequía.

Así lo pone de manifiesto el informe que ha elaborado la Comisión Global de Adaptación (CGA), impulsada por líderes como el ex secretario general de la ONU Ban Ki-moon o el magnate Bill Gates, antes Cumbre de Acción Climática convocada por Naciones Unidas y que empieza hoy en Nueva York.

Este grupo asegura que dedicar esos fondos a cinco áreas estratégicas -sistemas de alerta temprana, infraestructuras, agricultura en zonas áridas, manglares y recursos hídricos- dará beneficios por valor de 7,1 billones de dólares.

Su planteamiento está en línea con una de las prioridades de la cumbre, la de movilizar recursos públicos y privados para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar la resiliencia.

Los habitantes más pobres del planeta, aquellos que menos contribuyen al calentamiento global, son quienes más sufren las consecuencias de ese fenómeno. “Existe una injusticia social y creemos que para reajustar el sistema económico tenemos que dar argumentos económicos a gobiernos, ciudades y empresas para que apuesten por la adaptación al clima”, indica Patrick Verkooijen, director del Centro Global de Adaptación, que gestiona la comisión.

Insta a ver la financiación para el clima como una inversión de futuro y no como un gasto, pues “el costo será más alto” en caso de no actuar, añade Verkooijen, que insiste en multiplicar las acciones pensando en el “interés propio” de los inversores.

Una medida puede ser la restauración de bosques y manglares, ecosistemas costeros que sirven de “barrera de protección” ante el riesgo de desastres naturales.

Sin adaptación al clima, más de 100 millones de personas de países en desarrollo podrían caer en la pobreza en 2030 y el crecimiento de los rendimientos en agricultura, reducirse hasta un 30 por ciento a nivel global para 2050, afectando sobre todo a los pequeños productores. (EFE)

 

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