La guerra inevitable

En “La guerra”, su último trabajo, la escritora se concentra en la contienda bélica desde el género del microrrelato y, desde allí, expande más de 130 cuentos

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Con el efecto contundente que puede habilitar la ficción, la escritora Ana María Shua aborda en “La Guerra” los enfrentamientos bélicos desde el género del microrrelato, y desde allí expande más de 130 cuentos que indagan en un tema tan antiguo que durante siglos ocupó la atención de estudiosos, filósofos, pueblos enteros y hasta dioses.

Novelas, poemas, cuentos, adaptaciones de leyendas, la autora de la conocida novela “Los amores de Laurita” es responsable de una prolífica y variada obra, en la que el microrrelato tiene un lugar importante: su libro “La sueñera”, de 1975, tuvo muy buena crítica; Shua siguió publicando en el género, algo infrecuente para el terreno comercial; y en 2016 fue distinguida en México con la primera edición del Arreola de Minificción.

“La guerra es un tema inherente a la humanidad -dice Shua-. No conocemos ninguna otra especie que haga la guerra, puede haber violencia pero nada parecido a las guerras que desata la humanidad. Me di cuenta de que había un millón de elementos alrededor de la guerra: preparativos, armas, guerreros o la paz, de la que no hablaríamos sino existiera la guerra. La guerra es un tema infinito, incomparable, es un fenómeno único, siempre evitable”.

En “La guerra” (Emecé), Shua (Buenos Aires, 1951) se concentra esta vez en la contienda bélica, pero con una distancia que le permite ironizar incluso y desajustarse del binomio guerra-muerte, no porque desconozca sus efectos, sino porque puede dar cuenta de un panorama mucho más amplio sobre resolución de conflictos y sobre los grandes temas que se definen en función de la guerra.

“Las guerras no son malas en sí mismas -opina-, hay guerras justas. A veces son necesarias, a veces hay que defenderse. Hay guerras de supervivencia, hay batallas que son para seguir viviendo. No soy pacifista a ultranza, reconozco que hay guerras inevitables y hay pueblos más belicosos. Me llama la atención que a pesar de los avances tecnológicos y que ganar la guerra es derrotar al enemigo y no matarlo, sin embargo no se haya encontrado otra forma de derrotar al enemigo que no sea la muerte. Esa asociación de guerra y muerte no debería ser imprescindible”.

 

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