Daniel Alberto Rapallini

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Hondo pesar causó en distintos ámbitos platenses el fallecimiento de Daniel Alberto Rapallini. Ingeniero, empresario y docente, ejercía cada una de esas actividades con enorme talento y dedicación, y será recordado tanto por la sólida trayectoria profesional que supo hilvanar como por sus cualidades humanas, que le hicieron ganarse el cariño y el respeto de colegas y alumnos.

Daniel Alberto nació un 15 de agosto de 1957, en el barrio de La Loma y en la casa de la partera de la zona, siendo hijo de Esther Laborde y José Rapallini, y hermano de Mirta. De la calle 26 “el Rapa” -como muchos le decían-, nunca se fue. Estudió la escuela primaria en el San Cayetano y la secundaria en el “Albert Thomas”, donde se recibió de Electrotécnico en 1976 con el orgullo de nunca llevarse una materia.

Seis años después egresaba de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) con el título de Ingeniero Electricista. Ya por entonces trabajaba en el área de Electromedicina del Ministerio de Salud, donde se especializó en la disciplina de rayos X.

Poco tiempo después conoció a “Macu” Petroccia, con quien formó una pareja sólida e inseparable, que se prolongó en Agustín, Sebastián y Matias, sus hijos.

Su carrera profesional hizo que se destacara como docente de las materias de Medidas I y II en la UTN La Plata y, posteriormente, en el Instituto Paramed, donde supo dar cátedra de sus conocimientos de los equipos de radiología, y lo mismo en innumerables jornadas y congresos científicos de imágenes médicas. Daniel nunca dejó de formarse y se mantuvo actualizado permanentemente en las nuevas tecnologías, con sus reiterados viajes a Chicago, Illinois (EE UU).

En 1988, y junto a su colega y amigo Oscar, fundó la que sería su orgullo de empresa: Electrónica Médica La Plata SRL, firma que se destaca realizando instalaciones y reparaciones desde la ciudad de Ushuaia hasta Río de Janeiro, Brasil -entre otras ciudades del vecino país-. Desde Tolosa y con su firme experiencia, se fabricó el primer equipo de Rayos X de cuerpo entero de origen platense, el “CeleriX”, el cual se encuentra funcionando en muchas instituciones.

Profesional de prestigio internacional, Rapallini tenía su lado más importante en lo humano: sus alumnos, colegas, clientes y vecinos resaltaron su responsabilidad, bondad, solidaridad y especial sensibilidad para brindar un consejo o una ayuda.

A los 62 años, con cuatro nietos, una vasta trayectoria profesional e innumerables amigos, se fue un pincharrata que se hizo querer por cuantos lo conocieron.

 

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