De los colegios de verano a las “escuelas abiertas todo el año”

El programa escolar estival cumple 20 años de funcionamiento ininterrumpido. Nació para garantizar la continuidad de los comedores. Hoy atiende múltiples demandas

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“Está buenísimo. Me re-superencanta”, casi exclamó Santino, de 9 años, alumno de la Primaria 126 de Los Hornos entre marzo y diciembre y, en enero, de la Secundaria 82 de barrio Aeropuerto, donde funciona una de las 19 sedes platenses del programa Escuelas Abiertas en Verano, que ya tiene matriculados a más de 1.500 chicos y chicas de entre 3 y 17 años.

El único problema del colegio estival es que “dos días a la semana no puedo venir”, dijo el niño hornense. ¿Qué días? “Sábado y domingo”, respondió. Y volvió a jugar. Ayer los “profes” habían organizado unas olimpíadas por equipos y no había tiempo que perder con entrevistas.

El viaje desde Los Hornos hasta Aeropuerto tiene su explicación. En la Secundaria 82 de 4 y 611, que comparte un amplio edificio con el Jardín 984 y la Primaria 27, trabaja como cocinera Mary, la tía de Santino, quien lo lleva desde el lunes pasado junto con su “prima y unos amigos”, contó. Así, Santi y el resto de los alumnos tienen buena comida garantizada.

Pero el rol que hoy cumple Mary fue la columna vertebral cuando arrancó el programa socioeducativo, uno de los más longevos de la cartera educativa bonaerense. Está cumpliendo veinte años, durante los cuales funcionó en forma ininterrumpida. Vale recordar entonces cómo y porqué nació y su evolución hasta el presente.

En enero del 2000, cuando la crisis económica ya pegaba con mucha fuerza en el país y repercutía, como caja de resonancia que son, en las escuelas públicas, se decidió que muchos establecimientos permanecieran abiertos para que continuaran funcionando los comedores escolares.

Con el correr de los años y en la medida que las cosas mejoraron, se fueron incorporando juegos y espacios de expresión artística para los niños y niñas. No obstante, durante mucho tiempo se mantuvieron distintos tipos de ofertas: sólo comedor (una hora y media al día), comedor y recreación, y solamente actividades recreativas (tres horas cada una).

La escuela estival

De un (largo) tiempo a esta parte se unificaron las modalidades. Hoy, en todas las sedes hay una planificación previa con actividades lúdicas, artísticas y deportivas, que debe ser aprobada por las autoridades del ministerio. Cada escuela de verano tiene su director o directora, que puede ser quien está al frente de la institución a lo largo del ciclo lectivo convencional, o no. Un equipo de profesores de Educación Física y de Artística -“las dos áreas que vertebran las escuelas abiertas”, se remarco ayer en barrio Aeropuerto- y guardavidas, pues otro elemento que marca fuertes distancias con aquel inicio del 2000 es que “ahora la inmensa mayoría de las sedes tiene un espejo de agua, para lo cual se hacen convenios con los Municipios y con clubes”, contó la coordinadora del programa en La Plata, Celeste Ochoa.

“Aquí, en el otro patio, hay una gran pelopincho. Eso es un espejo de agua, al que también se le asigna un guardavidas”, aclaró el director provincial de Educación Física, Leonardo Troncoso.

Chicos y chicas de distintas edades disputaban las olimpíadas. Las medallas, artesanalmente elaboradas, esperaban a un costado. En rigor, había para todos. “Programamos una actividad distinta por día. Eso motiva a los chicos, que al llegar preguntan ¿qué hacemos hoy? Eso sí, en cada juego se trabaja fundamentalmente la no violencia y la convivencia”, contó el profesor de Educación Física, Omar Garay.

Para Liliana Torres, inspectora de Psicología Comunitaria y Pedagogía Social, lo que “se observa en las escuelas (que ella recorre constantemente) es la inclusión e integración social. Se juntan chicos y chicas de la escuela sede, de otras, incluso privadas, de diferentes edades y grupos sociales. Es una experiencia muy positiva. Por ejemplo, a la Escuela Especial 527 van alumnos con discapacidad motriz, más otros que se integraron de una manera que emociona, pues los llevan en las sillas, comparten todas las actividades. Es muy motivador”, definió.

“Escuela abiertas es una expresión muy fuerte, pues la idea es, precisamente, dejar en claro a través de los hechos que las escuelas no cierran nunca”, subrayó la subsecretaria de Educación, Claudia Bracchi.

“Hay chicos que traen a sus primos, hermanos, que quizás van a otros colegios o que ni siquiera están escolarizados. Ese es un punto central. Se detecta a quienes no lo están, o bien abandonaron por algún motivo, y se trabaja mucho para que regresen al sistema”, puntualizaron, para resaltar “la gran cantidad de estudiantes secundarios que se han sumado en esta edición”.

“Que la escuela nunca cierre”

Y añadieron: “Otras cuestiones medulares son la de profundizar el sentido de pertenencia a la escuela pública, la continuidad de los aprendizajes desde otro lugar y, sobre todo, dejar bien en claro que la escuela no cierra nunca y que está abierta absolutamente para todos”.

En ese contexto, se destacó que “ya tenemos chicas que asisten con sus hijos”. Ochoa contó el caso de un varón que, en su opinión, aúna esa nueva realidad con el “sentido de pertenencia que ha generado la experiencia”. “Es un ex alumno de Altos de San Lorenzo, que está participando del programa y colaborando con el mismo pese a que finalizó el colegio. Y va con su nene”, relató.

En otro plano, la jefa distrital, Ana Blatt, realzó que “este año se está trabajando mucho con el servicio alimentario (SAE), en conjunto con el ministerio responsable del mismo -Desarrollo de la Comunidad-, para readecuarlo a las necesidades de los alumnos a partir del 2 de marzo”, día de inicio de las clases.

“Asimismo estamos coordinando con Salud, por lo cual se están recorriendo las escuelas para controlar el tema de las vacunas. Y otra cuestión que se está atendiendo es que todos los niños, niñas y adolescentes tengan su DNI”, concluyó.

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