Martín Eduardo Guichon

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A los 76 años falleció Martín Eduardo Guichon, destacado geólogo y docente universitario, que además estuvo muy vinculado al Club Los Tilos. Su partida provocó sentidas expresiones de dolor en distintos círculos sociales de la Ciudad en los que él fue tan apreciado como respetado.

Había nacido el 20 de julio de 1944, en La Plata. Sus padres fueron María Elena Menegaz y Jorge Guichon. Cursó la escuela primaria en el Instituto Monseñor Rassore y la escuela secundaria, en el Colegio San Luis. Luego ingresó a la facultad de Ciencias Naturales y Museo, de la Universidad Nacional de La Plata, de la que se graduó como Geólogo. Tiempo después realizó una maestría en la Facultad de Ciencias de Toulouse, Francia.

En el plano profesional, Guichon ocupó diversos cargos docentes y culminó su carrera como profesor titular de Geología Aplicada en la facultad de Ciencias Naturales y Museo de la UNLP. También fue reconocido por su aplicada labor en diferentes obras ingenieriles del país y de América Latina y fue muy valorada su actividad como profesional de la Geología, pero por sobre todas las cosas, se ganó el afecto de sus pares y discípulos por su calidad humana.

Guichon expresó un profundo amor por el club Los Tilos, en el que jugó al rugby desde los 8 años y donde forjó amigos entrañables a lo largo de su vida. En esa institución integró el equipo de la reserva campeona de 1964 y del que logró el ascenso a primera en 1966. Fue apreciado por su calidez y valores con los que se ganó el privilegiado lugar de las figuras que no se pueden olvidar.

Concretó su proyecto familiar junto a Graciela Bourdin, con quien estuvo casado durante 51 años. La familia creció con los nacimientos de sus hijos Juan Martín, Matías y María Julia y la llegada de sus siete amados nietos: Ignacio, Ana, Helena, Joaquín, Lucia, Emilia y Sofía.

En el tiempo libre, Martín Guichon fue un ávido lector y viajero incansable. También disfrutaba de la buena mesa y de las charlas con sus amigos.

Sus allegados lo describieron como un hombre empático, sensible, humilde, ejemplar y honesto. Para sus discípulos y compañeros fue como un sabio que caminó por la vida en silencio, sin estridencias.

Generoso, como el maestro que sabe y comparte ese saber, Martín fue para muchos un mentor único, y así quedará en el recuerdo entre todos los que han trabajado con él.

 

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