“Es algo extraño”, dijo la hija del jubilado de 84 años asesinado en Los Hornos
Edición Impresa | 9 de Octubre de 2020 | 03:41

“De lo que no tenemos dudas es que está claro el hecho”, le comentó ayer por la tarde un investigador a EL DIA, aludiendo a que Ángel Osvaldo Merlo, un jubilado de 84 años que vivía solo en su casa de Los Hornos, no murió por causas naturales ni por accidente. Lo mataron. Como informó este diario en su edición de ayer, el cuerpo fue hallado por uno de sus tres hijos el miércoles por la noche, aunque para entonces llevaba “entre 24 y 36 horas fallecido”, revelaron los pesquisas.
Durante las primeras horas del caso todo fue confuso y el incidente fluctuó entre el suicido, el ataque de un perro y finalmente la confirmación de que se trató del quincuagésimo segundo crimen en lo que va del año. En medio de esos detalles se suman otros que hacen que el asesinato tenga huellas literarias; entre ellos tres puertas cerradas con llaves y el hecho de que el cuerpo estaba “sentado”.
Beatriz (62), la hija mayor de Merlo, dialogó con este diario y aseguró estar “muy conmovida” por la muerte de su padre, a pesar de que “prácticamente no teníamos relación desde hace un tiempo”. Asimismo, sostuvo que “no nos quisieron decir mucho sobre lo que pasó”, al tiempo que rechazó de plano la posibilidad de que se haya tratado de un suicidio.
Puertas cerradas y 3 versiones
Fuentes judiciales explicaron que “todo indicaría que se trató de un homicidio”, aunque, aclararon, “resta determinar el móvil y el autor”. Como se dijo, fue el hijo del medio, de 52 años, quien descubrió la terrible escena.
Había tomado la decisión de ir hasta la vivienda Ángel porque éste no atendía el teléfono. Cuando llegó al inmueble de 67 entre 133 y 134 se topó con el primer obstáculo: la puerta de reja que da al jardín estaba cerrada. Como él tenía llave la abrió sin problemas. La otra, de madera, que da acceso a la edificación, debió derribarla de una patada, puesto que tenía “la llave puesta”, explicaron.
Según confió Beatriz, el hombre “sabe karate, es cinturón negro, por eso no tuvo problemas” en conseguir entrar de esa forma. Llamó a su papá y éste no respondió. “La puerta que va al patio tenía el pasador cerrado”, aportó un vocero. Entonces se dirigió hasta la habitación principal. Allí encontró al hombre de 84 años “con heridas en el rostro” y sin signos vitales, indicaron.
Enseguida alertó al 911. La Policía llegó junto a una ambulancia del SAME, que constató el deceso de Merlo. La causa se caratuló como “averiguación de causales de muerte”. Es que, hasta ese punto, las evidencias iniciales apuntaban a un posible suicidio o una muerte accidental.
El interior de la casa estaba intacto y, conforme a la declaración del hijo, tampoco se observaban faltantes importantes. Por otro lado, familiares de la víctima le aseguraron a las autoridades que Merlo “tenía problemas de alcoholismo” y que en el último tiempo “se encontraba mal anímicamente debido a su separación reciente” tras 29 años de relación.
No obstante, esto último fue descartado por Beatriz. “Es imposible que mi papá se hubiera matado. Era una persona muy activa, anduvo un tiempo caído pero se recuperó enseguida”, manifestó.
De cualquier manera, esa hipótesis se esfumó con el correr de las horas. La posición en la que fuera hallado y el carácter de las heridas daban por tierra con la conjetura.
Entonces se manejó la posibilidad de un ataque canino. “Hay un perro que es ‘mordedor’, no se descarta que podría haber mordido al hombre”, explicaba ayer temprano un agente vinculado a la causa. Para Beatriz esa línea tampoco es creíble. “¿Cómo el perro va a morder al dueño y no al supuesto ladrón que entró?”, se preguntó. Un vecino que vive en la fina lindera y conocía a Ángel añadió que “no se escuchó al perro en ningún momento”. El animal, añadió, “suele pasarse a mi patio”.
En las últimas horas la suposición de una agresión perruna pre o post mortem fue suprimida también. La autopsia detectó que la víctima “tiene al menos dos cortes en el cuello producidos por un arma blanca” y las lesiones “no podrían haber sido provocadas por sí mismo”, expuso un portavoz oficial.
Para la hija del jubilado asesinado “hay muchas cosas que no cierran”. Y continuó: “A mí no me dejaron entrar, pero el vecino que vive enfrente fue uno de los testigos oculares del trabajo de la Científica y nos contó que mi papá estaba degollado y tenía varias heridas más en la zona del cuello”. Estaba “bañado en sangre, como enroscado en la ropa” y en el armario “había manchas”, afirmó. Por otro lado, remarcó que su papá “guardaba armas de fuego” en el inmueble. Ninguna fue disparada en forma reciente. La única cámara de seguridad que hay en la cuadra está justo enfrente del que fuera el hogar de Ángel. Y el visor apuntaría hacia esa dirección, por lo que se esperaban los peritajes para conocer si hubo algún movimiento sospechoso antes del hallazgo de su cadáver. En particular, buscan determinar si otra persona ingresó a la morada y luego salió por una ventana u otra abertura que no fuera la puerta principal de acceso.
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