Guido Torres La Jara

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Falleció en nuestra ciudad Guido Torres La Jara, platense por adopción, desde los lejanos tiempos en que, como lo habían hecho sus hermanos mayores Hernán y Edgard, decidiera realizar sus estudios en la Universidad Nacional de La Plata. Tenía 87 años.

Había nacido en Puno, Perú, el 6 de julio de 1933, y como tantos otros jóvenes de su generación, oriundos de países cercanos a la Argentina, vio en nuestra ciudad la posibilidad de formarse a nivel superior. Se graduó de agrimensor en la facultad de Ingeniería.

No obstante su arraigo a esta ciudad (en La Plata no sólo estudió sino que también trabajó, se casó, formó una familia y cosechó inquebrantables amistades), tanto en sus tiempos de formación académica como ya en la experiencia de la práctica profesional mantuvo sólidos vínculos con sus connacionales, disfrutando y manteniendo las tradiciones peruanas, que siempre compartió con amigos y colegas.

Su relación con el terruño peruano fue fuertes y permanente, ya que día a día mantenía el contacto con sus hermanos.

Durante largos años se desempeñó en la Dirección de Geodesia del Ministerio de Obras Públicas de la Provincia y ejerció, asimismo, la profesión de modo independiente.

En la faz laboral se destacó por su responsabilidad y su capacidad de trabajo en equipo, al igual que por una facilidad particular para hacer de cada intervención técnica un momento de docencia. Por esa característica tan propia de él, quedará marcada en la memoria de sus colaboradores aquellas escenas en las que enseñaba a llevar adelante cada proyecto de agrimensura.

Se había casado con la profesora Esther Medina, con quien construyó una familia que completaron sus hijos Patricia, Hernán y Mariana. Con el correr de los años, llegaron sus nietos Hernán Segundo (“Nani”) y Facundo.

Compartió los años juveniles de su hijo en el Club Los Tilos, acompañándolo y animándolo en la práctica del rugby. También aquellos muchachos hoy lo recuerdan con mucho afecto.

Disfrutó a pleno de la vida social; se complació en agasajar a sus amigos con asados en la casaquinta de City Bell, con encuentros que le resultaban muy placenteros. En ese mismo lugar, rodeado del verde que caracteriza la zona, disfrutó también del ambiente natural junto a sus queridos nietos.

Siempre se mostró interesado en los temas de actualidad y fue un entusiasta espectador de distintos deportes.

 

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