Ignacio Correas: un “hombre de mundo” cuya huella marcó la localidad
Edición Impresa | 19 de Noviembre de 2020 | 02:41

Desde hace décadas, todos los años, en el hipódromo de Palermo se disputa el “Clásico Ignacio Correas”, en honor al “turfman” que pagó la suma más elevada para nuestro país por un equino pura sangre. En Maryland, Estados Unidos, desde hace 19 años un entrenador de caballos de carrera argentino, llamado Ignacio Correas, tiene su propio establecimiento del que han salido varios ganadores y reproductores de gran valía. ¿Es casualidad? Claro que no. Uno es descendiente del otro.
Recorrer la biografía de quien legara su nombre a la estación ferroviaria en torno a la cual se desarrolló la localidad rural platense de Correas, es sumergirse verdaderamente en un mundo que hoy, no se alcanza a comprender del todo, no sólo desde el punto de vista histórico, sino también, social.
El protagonista de esta historia nació, en “cuna de oro”, en Buenos Aires en 1825; sus padres fueron Ignacio Correas y Sotomayor, y Juana Videla y Lavalle.
Su padre era un declarado unitario, pese a que no se entregó a la actividad política sino a la acumulación de una considerable fortuna en la que se contaban varios establecimientos de campo y una extendida crianza de ganado bovino.
Desde sus años “mozos” y al terminar sus estudios básicos, Ignacio (hijo) se dedicó también a desarrollar actividades agropecuarias, para lo cual recibió una importante contribución económica por parte de su padre.
HACENDADO EN ENSENADA
De ese modo, Correas adquirió primeramente una gran cantidad de hectáreas en una zona que comprendía parte de los actuales distritos de La Plata, Ensenada y Magdalena.
El núcleo poblacional de esa zona, para ese entonces era el de Ensenada, cuya actividad central giraba en torno al puerto existente sobre el río Santiago, curso de agua que desembocaba en el Plata a la altura de la conocida ensenada de Barragán, sitio que en aquel entonces se encontraba completamente libre del sedimento arenoso, que con los años ocluyó totalmente la comunicación con el estuario rioplatense.
Finalizando la década de 1840 y con poco más de veinte años de edad, Correas ya había comprado ese campo y se asentó en Ensenada, ciudad en la que, en aquel entonces, el Gobernador Juan Manuel de Rosas poseía una casa en la esquina de las actuales calles Aristóbulo del Valle y Ecuador, en la que de tanto en tanto pasaba unos días por motivos que no son objeto de esta nota.
En 1854, Correas fue nombrado como el primer Juez de Paz en Ensenada
El joven Ignacio, como su padre, era unitario, pero no se dedicaba a la política, y algunas versiones que, aunque coincidentes, nunca pudieron confirmarse, señalan que entre los Correas y los Rosas hubo algunos “problemas personales” que no pasaron a mayores.
Lo cierto es que, tras la batalla de Caseros y el exilio forzado de Rosas, en la zona de Ensenada comenzó a crecer la figura de Correas, quien, en 1853, con sólo 28 años de edad, fue designado “escrutador” de la zona en el marco de las elecciones que ese año se llevaron a cabo para elegir a quienes ocuparían la cámara de representantes de nuestra provincia, según refiere el historiador platense Roberto Abrodos.
Correas, si bien tenía su residencia oficial en la ciudad de Buenos Aires, repartía su tiempo entre la sociedad porteña y su establecimiento de campo, cuyo casco se encontraba a cierta distancia de la localidad portuaria de Ensenada, en la que a partir de 1853 comenzó a pasar más tiempo que el habitual, dada la función política que se le había encomendado.
Pero además, ya para ese entonces, Ignacio Correas había comenzado a criar distintas razas equinas en su campo y esa afición fue haciendo que el hombre cada vez permaneciese mayor cantidad de tiempo en Ensenada.
FUNCIONARIO PÚBLICO
Pocos meses después de las elecciones de 1853, Ignacio Correas fue oficialmente designado como presidente de la Comisión de Solares del partido de Ensenada, cargo que desempeñó con elogiables comentarios de la población de esa zona, pues puso de manifiesto una ecuanimidad indiscutida en la adjudicación de tierras fiscales a vecinos ensenadenses interesados en iniciar sus propias explotaciones agropecuarias y, en algunos casos, ampliar las ya existentes.
Esa bien ganada reputación hizo que, en 1854 Correas, fuese nombrado como el primer Juez de Paz en Ensenada, cargo que en los hechos representaba la función que años después comenzarían a tener los jefes comunales propiamente dichos.
Es por eso que se dice que Ignacio Correas fue el primer “intendente” de Ensenada.
El protagonista de esta historia nació, en “cuna de oro”, en Buenos Aires en el año 1825
En su carácter de máxima autoridad de esa zona del territorio bonaerense, Correas asistió, en el año de su designación, a la jura de la constitución bonaerense de 1854.
Dejó de ser Juez de Paz para asumir como diputado provincial, y desde su banca, gestionó la reparación del entonces abandonado “Camino Blanco” y la mejora del antiguo cementerio.
Pero a Correas, si bien desempeñó todos los cargos públicos que ocupó con ejecutividad y honestidad, no se sentía atraído hacia la actividad política, sino más bien a las reuniones de la alta sociedad porteña, en las que se distinguía por ser un gran “conversador”, término con el que en la época se definía a las personas de vasta cultura que hacían gala de ello en tertulias y otro tipo de reuniones sociales.
CRIADOR DE CABALLOS
Con el tiempo, Correas dejó toda actividad pública para concentrarse en la crianza de caballos de carrera y a desarrollar una activa vida social en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires.
También viajaba con frecuencia a Europa permaneciendo durante prolongadas estadías en Gran Bretaña y también en Francia, cuestiones que a su vez eran motivo más que sobrado para que sus “conversaciones” estuvieran muchas veces en el centro de encuentros sociales porteños.
Ignacio Correas había logrado amasar una cuantiosa fortuna, adquiriendo más campos en la provincia de Buenos Aires. En la zona de la actual Morón, poseía una explotación rural en el que fundó el haras “Las Ortigas”, el que se convertiría con el tiempo y a través de la dedicación de sus descendientes, en uno de los mejores y más famosos establecimiento de su tipo del país y conocido en otras naciones por los caballos que de allí surgieron.
El hombre se desempeñó como vocal del Jockey Club desde 1884, y alternativamente continuó en ese cargo hasta la primera década del siglo XX. Además, presidió también la Comisión de Carreras de esa tradicional institución.
Correas es una zona con chacras, en donde crece la cantidad de casas de fin de semana
De su haras salieron numerosos ejemplares que ganaron importantes carreras en el hipódromo de Palermo, como también padrillos reproductores de gran valía, algunos de los cuales fueron pretendidos comprar, sin éxito, por magnates europeos y de Estados Unidos. Correas no se desprendía de sus mejores animales.
UNA COSTOSA EXCENTRICIDAD
Por otra parte, el hombre solía comprar costosos caballos en Europa, pero nunca nadie podía imaginar lo que, en 1906, a sus 81 años, Correas llegaría a hacer.
Ese año, le compró al Príncipe de Gales (luego convertido en el rey Eduardo VII) el caballo llamado “Diamond Jubilee”, en la suma de 30.000 libras esterlinas, una verdadera fortuna para la época, marcando en ese momento el precio récord no sólo en el Reino Unido sino también en el resto del Viejo Continente, para la compra de un caballo de carreras.
El costoso ejemplar de pura sangre, había nacido en 1897 y en 1906 ya no competía, sino que oficiaba de reproductor. Pero cuando corría, había triunfado en las más importantes carreras del Reino Unido, como las del gran premio de las Dos Mil Guineas, el Derby de Epson, Saint Leger, Newmarket, Eclipse Stakes y Bosawen Stakes.
El famoso caballo, que había sido incorporado al haras real en 1902 ya como reproductor, llegó a nuestro país a comienzos de agosto de 1906 y no bien bajó del barco que lo trajo desde Inglaterra junto a su nuevo dueño, fue trasladado hasta el haras “Las Ortigas”.
El primer “intendente” de Ensenada y su hijo, también llamado Ignacio, con el tiempo, multiplicaron varias veces lo invertido en ese ejemplar, porque sus descendientes, entre 1910 y 1927 ganaron un total de 869 carreras y una suma total en premios incalculable. Además, se adjudicó las estadísticas anuales de padrillos de 1914, 1915, 1916 y 1921; fue tercero en 1911, 1912, 1917 y 1920.
El hombre falleció en 1927 a la avanzada edad de 102 años. Pocas semanas después murió su caballo “Diamond Jubilee”.
Su hijo continuó con la crianza de caballos de carreras y del haras fundado por su padre, tiempo después salió el famoso Yatasto, vendido a Estados Unidos en una suma formidable, pero esa es otra historia.
LA LOCALIDAD
La localidad de Ignacio Correas, como se sabe, está ubicada 19 kilómetros al sur del casco fundacional de nuestra ciudad.
Es una zona de chacras con una intensa actividad agropecuaria, aunque también cuenta con un creciente número de quintas de fin de semana.
Correas pagó un dineral por un caballo del Príncipe de Gales llamado “Diamond Jubilee”
Se toma la fecha del 15 de mayo de 1887 como el de la fundación de la localidad, porque ese día se habilitó oficialmente el ramal ferroviario entre La Plata y Magdalena, con un apeadero para pobladores rurales y carga y descarga de encomiendas en la zona.
Pero la estación fue inaugurada el 14 de diciembre de 1914.
Este año Correas cumplió 133 años y no hubo actos celebratorios debido a la cuarentena. Un dato curioso es que recién el año pasado se realizó la primera fiesta por el aniversario de la localidad que, en 2019 cumplió 132 años.
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