Diego en la piel

La vida es una tómbola. Su sueño tenía una estrella llena de gol y gambetas, dibujando Dieguitos y Mafaldas. 30 millones de negros transpirando en tu remera para jugar un mundial. El ‘86 quedaba para la historia, bailaron los once ingleses la cueca de Maradona, sin más armas en la mano que un diez en la camiseta.

Pelusa, no sé lo que quieren de vos. Es un ángel y se le ven las alas heridas. Y ya veras, las sombras que aquí estuvieron no estarán. Hay una historia difícil de gambetear. La pelota siempre al diez, que ocurrirá otro milagro.

Quisiera que esto dure para siempre, casi tanto como una eternidad. No hace falta más que entrecerrar los ojos para verte…para verte gambetear. Por eso hoy  que mi tribuna se quedó sin crack, mostrame, Diego, que quedó un lugar para cantarte cancha adentro. No sé qué droga te arenga más que yo, pero esta lluvia no pasó...Estoy llorando aquí por vos.

El partido que no debería jugarse, se juega. A 52 horas de llorar a su héroe y DT, formados frente a un ataúd, “los muchachos” en cancha de Vélez afrontarán –como puedan- la muerte de Dios. Y esto siempre será así, quedándote o yéndote.

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