La Policía bonaerense necesita un nuevo perfil, descentralizado y ágil
Edición Impresa | 10 de Diciembre de 2020 | 03:37

Más allá de la controversia desatada en los últimos días entre autoridades del ministerio de Seguridad provincial y funcionarios de la Municipalidad local por cuestiones que hacen los desbordes que se registran en la Ciudad relacionados a la nocturnidad, con acusaciones cruzadas y en situaciones que hacen al control que debiera ejercerse sobre plazas y paseos públicos, hoy escenarios de diversos delitos y transgresiones es un hecho conocido que desde hace décadas la fuerza policial se muestra impotente para cumplir eficazmente con su función aún en circunstancias de gravedad que afectan la vida de los habitantes.
Esa situación no ha podido ser revertida, pese a las distintas fórmulas experimentadas. Fueron probados todos los sistemas y todos fracasaron. Se ha dicho aquí que, sin solución de continuidad, la Provincia pasó del concepto de la política llamada de “mano dura” a la del “garantismo”; que se concretaron purgas casi masivas y un relevamiento de jefes en forma continuada, sin que ello se reflejara en mejoras para el servicio.
El cambio de nombres no aportó nada. El problema es por lo tanto estructural ya que la centralización absoluta del mando ha contribuido a distanciar a los vecinos de la Policía sobre la que no tienen ningún control.
La Policía bonaerense es una fuerza enorme, integrada por más de 100.000 efectivos, que cuenta con un mando unificado en La Plata, obligado a ejercer su función sobre un territorio que también es inmenso.
Por hablar de puntos alejados, la comisaría de Carmen de Patagones se encuentra a 900,8 kilómetros de La Plata. En el extremo norte, la dependencia de San Nicolás, está ubicada a casi 300 kilómetros de la capital provincial. Y recostada sobre el oeste, las comisarías de General Villegas a 520,5 km de la sede platense de la Jefatura. Todas ellas, por cierto, como los distritos de esas regiones, con realidades geográficas y sociales muy diversas. El problema estructural siempre ha sido la excesiva centralización como no ocurre en otros países en jurisdicciones tan extensas como nuestra provincia en el cual la llamada Policía Local tiene de local solamente el nombre sin que existan mecanismos institucionales para que la fuerza de seguridad pueda estar sujeta a un control de los ciudadanos en cada ciudad que genere confianza.
Para llegar con denuncias sobre actos ilegales de la fuerza los bonaerenses no encuentran la dependencia a la que deben acudir. La lejanía hasta geográfica es el primer problema que no ha sido resuelto y la responsabilidad del accionar policial es de un ministro al que no suele ser fácil acceder.
Desde estas columnas se expresó que la creación de policías locales era un paso en la dirección correcta. Lamentablemente de local sólo ha quedado el nombre y la Bonaerense mantiene la misma estructura que acumula decenas de años de fracasos los cuales revisten cada vez mayor gravedad por la presencia de los narcotraficantes y su enorme capacidad para corromper.
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