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Espectáculos |UN AÑO DE PÉRDIDA ABSOLUTA

Crisis sin final: ¿Por qué los cines no abren sus puertas?

Actividades similares como el teatro y los casinos ya han vuelto al ruedo, pero el séptimo arte sigue sin permiso del Gobierno para encender los proyectores. La situación es crítica

Crisis sin final: ¿Por qué los cines no abren sus puertas?

A 9 meses de haber cerrado, las salas de cine continúan sin habilitación para abrir sus puertas

Pedro Garay

Pedro Garay
pgaray@eldia.com

28 de Diciembre de 2020 | 03:08
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Los bingos abrieron, también los casinos. El teatro presionó, y consiguió abrir sus puertas justo a tiempo para la lucrativa temporada de verano. Se pueden realizar casi todas las actividades deportivas, inclusive aquellas como el fútbol 5, donde los cuerpos chocan y el sudor vuela. Pero los cines del país continúan cerrados, a nueve meses de la suspensión de actividades.

La del coronavirus se trata, para la cadena de Cinema La Plata, de una crisis inédita: pasó la hiperinflación, la inundación, otras crisis cotidianas argentinas, pero las salas siempre se mantuvieron abiertas. Hasta este año, donde llevan 9 meses sin percibir ingresos. Cuando la gripe A golpeó, se perdieron unas dos millones de entradas vendidas: el equivalente de medio mes en un año normal...

“Fuimos los primeros que cerramos, el 15 de marzo. Y todavía no tenemos la autorización para abrir, y no entendemos cuáles son los criterios que se manejan, porque actividades muy similares, como el teatro, o incluso más riesgosas, como los bingos y los casinos, están funcionando hace varias semanas”, alza la voz Marcelo Harari, titular del Cinema, en diálogo con EL DIA.

“La situación es crítica”, agrega Harari. Las salas, explica, están “a pérdida absoluta, no podemos afrontar ni siquiera las condiciones básicas para el mantenimiento si seguimos así. Y hay un peligro grande: si seguimos cerrados nos tendremos que dedicar a otra cosa, y ¿qué hacen los trabajadores?”.

El sector agrupa a unos 10 mil trabajadores, y casi un centenar de ellos son parte de los complejos de Cinema La Plata: el cine no despidió a nadie, y los empleados han cobrado sus sueldos con la ayuda del ATP, cubriendo la empresa hasta el 75% del salario. Pero hace algunos meses varios de sus trabajadores dejaron de percibir el ATP. Y los créditos que pidieron para cubrir los gastos, dice Harari, “se están acabando”. Así es la situación de Cinema y la de las pocas cadenas nacionales de cine que quedan en el país, y varias salas del interior ya han cerrado sus puertas por la pandemia. Una crisis que excede a Argentina: en países como Alemania o Francia vaticinan la extinción de los complejos chicos y medianos, mientras atraviesan su segunda ola de COVID: lógico, teniendo en cuenta que la película más taquillera del año es “Bad Boys for Life”, que vendió poco más de 200 millones de dólares en boletos, frente a los casi 3.000 millones de dólares recaudados por “Avengers: Endgame” el año pasado...

Mientras tanto, el protocolo sanitario presentado por la Cámara Argentina de Exhibidores Multipantallas (CAEM) y de la Federación Argentina de Exhibidores Cinematográficos (FADEC) hace 5 meses duerme en algún escritorio gubernamental. El protocolo, que incluía distancia social, puestos sanitarios, señalización, venta de entradas y comida online y mayor tiempo entre funciones para evitar aglomeraciones, “no ha recibido respuesta”. “Nosotros estamos para cumplir lo que las autoridades piden”, dice Harari, “pero mientras tanto “yo no veo es distancia social en las calles, en los negocios…”

“NO PODEMOS COMPRENDERLO”

En ese marco de flexibilización de las medidas sanitarias y reapertura de diversos sectores económicos, cuando abrieron los teatros, en diciembre, parecía que los cines volvían. Luego, se dijo enero. Ahora, febrero es la nueva fecha rumoreada. Pero el DNU que cerró los cines sigue sin ser derogado. “No podemos comprenderlo, teniendo en cuenta todo lo que está abierto”, afirma Harari.

Y el titular de Cinema La Plata está “convencido”, además, de que “ir al cine no es riesgoso”. El sector adhiere a esta creencia: “No hay un solo caso comprobado en el mundo de contagio de COVID dentro de un cine. Ver una película allí es seguro, lo dice la evidencia científica”, sostuvo en charla con La Nación Vanessa Ragone, productora y presidenta de la Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica.

“Hay experiencias en Taiwán, en Corea del Sur, en Japón, donde permanecieron abiertas y no hubo un solo contagio”, dice Harari. “Las salas tienen alturas de 10 metros, y la gente no interactúa, está quieta, mirando hacia la pantalla. El tema del aforo lo comprendemos, debe ser limitado, desde un 30 a un 45%, estamos de acuerdo, y si tenemos que empezar con un aforo del 30% para aumentar luego, como en todas partes del mundo, estamos totalmente de acuerdo: el tema es poder abrir”.

Para colmo, y abriendo un pequeño paréntesis, sin la apertura de cines, sufre también la producción de películas nacionales: el 10 por ciento de la venta de entradas es un impuesto que financia de forma directa al fomento de cine nacional, por lo que la industria, ya golpeada desde hace algunos años, sufrirá un nuevo tropiezo...

LA EXPLICACIÓN

Teniendo en cuenta la situación crítica y la apertura de casi todos los sectores del entretenimiento, entonces, ¿cómo se explica que los cines se mantengan cerrados? No parece haber una respuesta contundente. La preocupación principal desde el Gobierno estaría ligada a la ventilación, con las autoridades exigiendo sistemas que aseguren el ingreso constante de aire del exterior para que el aire acondicionado no recircule el virus. Implica una inversión, pero varias salas ya están listas para la ocasión.

Una segunda hipótesis la arrojó Ámbito Financiero en noviembre, planteando la existencia de un conflicto de intereses entre las grandes cadenas internacionales y las pocas cadenas nacionales como Cinema La Plata: “Cadenas como Hoyts o Village prefieren seguir cerradas ante la falta de estrenos, de modo que abrir para poco público y dejar de percibir el ATP que aún cobran para sostener estructuras de mil empleados promedio no resulta redituable. En cambio, compañías más pequeñas desean reabrir”, describía el artículo. La falta de estrenos fomenta así que las salas sigan cerradas… que a su vez fomenta la falta de estrenos.

Y no faltan quienes forzaron los límites de lo comprobable para sostener que hay otra poderosa fuerza ejerciendo lobby: mientras los cines permanecen cerrados, las plataformas internacionales de contenidos on demand se ven beneficiadas, y muchos grandes estudios de Hollywood, como Disney y Warner, no solo reservaron sus estrenos para cuando los cines abran totalmente, sino que planifican un 2021 con estrenos mixtos, en pantalla grande y chica, para potenciar sus productos de streaming (ver Pág. 2).

Los dueños de las salas están convencidos de que ir al cine no es riesgoso

 

“Yo no soy de abonar a teorías conspirativas”, se ríe Harari. “Lo que me llama poderosamente la atención es que no hay una actividad que no esté cerrada. Si abren bingos, casinos, teatros, ¿cómo no van a abrir los cines? No lo podemos entender”.

El crecimiento de las plataformas y la decisión de los estudios de no estrenar en pantalla grande varios de sus tanques por el cierre y el aforo limitado de buena parte de los cines del mundo plantea desafíos para las salas incluso una vez que abran. Harari dice al respecto que la ayuda del Estado debería continuar, como hicieron en Francia y España, pero descree de la idea de una “inercia del público”, que provoque, entre miedos al contagio y comodidades del hogar, que el público no vuelva a los cines.

“La experiencia indica que el cine, en momentos de crisis, reflota de una manera contraria a lo que la gente piensa. No hubo resistencia de la televisión, de la tevé por cable, de todas las tecnologías”, afirma, y cita una vieja máxima: “Cocina hay en todos los lugares del mundo, y la gente sale a comer afuera. El cine es eso y mucho más, es una magia. Lo dieron por muerto siempre, y hoy en día van más personas al cine que a la cancha de fútbol. Está todo dicho, ¿no? A las canchas irán 10 millones de personas por año; al cine van 50 millones, y hablan de crisis permanentemente”.

 

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