Mario Valencia Salinas

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Ginecólogo con una extensa trayectoria en el Hospital “Ricardo Gutiérrez” de La Plata, la tragedia que terminó con la vida de Mario Wilfredo Valencia Salinas llenó de dolor no sólo a su entorno familiar más cercano, al que se entregó por entero, sino también golpeó duro a numerosos allegados, entre colegas y amigos, que conocieron su excelencia profesional y su calidad humana. Tenía 63 años.

De nacionalidad peruana, había nacido en Arequipa el 25 de septiembre de 1956 y llegó a nuestra ciudad para estudiar en la facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata.

Persuadido de que su carrera estaba en la salud pública, ingresó al Gutiérrez en la década del 90. Por su compromiso con el quehacer médico y su carácter gentil y generoso, a poco de incorporarse al equipo del centro de salud del Barrio Hipódromo ya se había ganado el respeto y el afecto de sus compañeros.

Incansable a la hora de poner el cuerpo en la atención de pacientes, comenzó a trabajar como concurrente en el servicio de Tocoginecología; fue, asimismo, médico de la ambulancia del Hospital; y durante años cumplió -lo hacía hasta ahora- con la guardia de los miércoles. Inquieto, siempre buscó superarse y por eso asistió a distintos cursos y capacitaciones relacionados con la endocrinología ginecológica. Se especializó en tracto genital inferior en el Hospital de Clínicas y participó de varios congresos.

Pero no sólo se lució como profesional, sino que se destacó también en su vida personal. Al tiempo que se recibía de médico formaba una familia de la que estaba orgulloso. Se había casado con Estela y junto a ella tuvo a sus dos hijos Ana Laura y Emanuel, ambos profesionales, pues Ana sigue los pasos de su padre y se especializa en Traumatología en el Hospital Iriarte de Quilmes, y Emanuel, que es contador, realiza un posgrado en Administración Hospitalaria.

No sólo amaba la medicina, sino que su corazón se vestía de rojo y blanco para alentar y acompañar a su club querido: Estudiantes de La Plata.

Su gran felicidad en estos últimos meses fue la noticia de que Ana Laura lo iba a convertir, en pocas semanas, en abuelo. Daba gusto, comentaron afligidos sus compañeros del Hospital, escucharlo hablar de su nuevo rol en la familia.

 

 

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