Los “lomo de burro” otra vez bajo discusión

Edición Impresa

La muerte del joven atleta olímpico argentino Brian Toledo, que perdió su vida al impactar su moto contra un lomo de burro en la ruta provincial 40 a la altura de Marcos Paz, más allá del lógico dolor que causó, desencadenó una fuerte polémica por la presencia de esos reductores de velocidad en las calles. Quienes los cuestionan volvieron a poner de relieve que implican un riesgo para los conductores y pasajeros, en una situación que a lo largo de muchos años ha originado tantos detractores como defensores. Como bien se sabe, hay vecinos que defienden su uso y otros que lo objetan.

En un escrito presentado anteayer a la Municipalidad por el Sindicato Unión de Conductores de Taxímetros –cuyo texto ratifica los términos de uno que se presentó en mayo de 2019- el sector profesional asegura que los reductores no están correctamente señalizados y que los conductores no pueden verlos a ninguna hora del día porque están despintados, generándose a partir de allí roturas en los vehículos y hasta eventuales choques entre automotores, por las frenadas sorpresivas y otras maniobras bruscas. El sindicato ratificó su posición en las últimas horas al asegurar que ese tipo de reductor termina por convertirse en una trampa que provoca accidentes y rompe los vehículos.

Por su lado, desde el Municipio se aseguró que las formas que deben tener los lomo de burro se estudian exhaustivamente antes de colocarlos, a fin de que no generen un impacto mayor al deseado y rompan un auto o provoquen un accidente. Cabría aquí consignar que, en el caso del atleta accidentado ocurrido en otro distrito, el lomo de burro tiene una altura muy elevada, que literalmente obliga a los vehículos a detener su marcha casi por completo.

Por su parte, una representante de Activvas (asociación civil contra la violencia vial) consideró que lo que mata es la velocidad con que se desplazan los vehículos; así piensan en esa ONG y así lo dicen en muchas asociaciones civiles de víctimas viales en todo el mundo. La velocidad mata, insistió. Puede matar también al peatón y al ciclista, en tanto que con las motos pasa otro tanto porque no hay protección para el conductor. Añadió que desde ya que puede discutirse si un lomo de burro está bien o mal colocado, pero existen en todas partes del mundo. En Europa se utilizan muchísimo como reductores de velocidad.

Sin embargo, vecinos de la zona norte han señalado que el Camino Belgrano contaba con unos veinte lomo de burro entre Villa Elisa y La Plata. Y que el retiro definitivo de los reductores al repavimentarse esa vía no se tradujo en un aumento de la velocidad ni en una mayor cantidad de accidentes. “El Belgrano está más seguro ahora”, afirman.

No existen dudas acerca de que los reductores de velocidad cumplen en buena medida con la función de detener el avance habitualmente muy veloz de los vehículos. Pero sucede que a veces, esa defensa se ve desvirtuada por su mala instalación o diseño, por su precariedad, por su falta de mantenimiento y de señalización, para convertirse, paradójicamente, en un elemento que genera inseguridad. No debe dejar de analizarse, en modo alguno, el grave problema que plantean los lomo de burro a las ambulancias y a los distintos móviles de los bomberos.

Es también indiscutible que no existe reductor de velocidad confiable, en la medida en que no se eduque, controle y sancione con severidad a los conductores que con su irresponsabilidad ponen en riesgo la vida de terceros. De allí que resulte prioritario educar a toda la comunidad –sean conductores o peatones- para que se eviten tantas y tan peligrosas transgresiones a las leyes vigentes. De allí que el tema de los lomo de burro y de los otros reductores de velocidad, al margen de que corresponde que se encuentren perfectamente señalizados, deba ser analizado, entonces, a la luz de otros muchos y complejos factores que inciden en la inseguridad vial.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE