De la noche a la mañana, Madrid se transformó en una ciudad fantasma

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MADRID

Por ÁLVARO VILLALOBOS

Agencia AFP

Terrazas y bares cerrados, plazas y calles desiertas, tiendas clausuradas... al igual que otras ciudades europeas, Madrid era este sábado una capital fantasma debido a las medidas drásticas contra el avance vertiginoso del coronavirus.

“Nosotros que estamos acostumbrados a ver multitudes, ver así la Puerta del Sol nos resulta desolador”, dice pertrechado de mascarilla y guantes Paco Higueras, empleado de una cadena de alimentación en la calle Mayor, en pleno centro de la capital española.

Por orden del gobierno regional madrileño, desde este sábado y hasta el 26 de marzo, por lo menos, estarán cerrados todos los negocios no indispensables, lo que excluye alimentación, farmacias, kioskos, estancos y gasolineras.

El objetivo es contener la epidemia en la región más castigada de España, que ya sumaba 2.940 contagiados y 133 muertos, según las autoridades.

El resultado era impresionante en Madrid, una ciudad chispeante de actividad en tiempos normales y célebre por sus bares y terrazas atiborrados de gente tomando tapas y cañas.

En la Plaza Mayor y las calles adyacentes estaban cerradas todas las terrazas, y aparte de los vehículos de policía y algunos empleados municipales de limpieza sólo se veía deambular a algunos turistas. En los locales lucían carteles con explicaciones como “cerrado por responsabilidad social”.

En las farmacias los clientes hacían cola, guardando entre ellos una distancia de seguridad, y los empleados ofrecían gel para limpiarse las manos después de pagar.

En la puerta de Alcalá, una de las plazas más icónicas de Madrid, las terrazas estaban clausuradas, y el kiosquero Juan Carlos García, que trabaja aquí desde hace 45 años, veía las cosas con una mezcla de pesimismo y estoicismo.

“Ha bajado mucho” el negocio, dice, y “pinta igual los 14 días que vienen, con todo cerrado”. Asegura que mientras haya suministro de prensa seguirá abriendo, pues “somos un servicio público”.

Al mismo tiempo se multiplicaron los llamamientos a la solidaridad desde las autoridades regionales y la Cruz Roja, con numerosos carteles en las calles animando a la población a donar sangre para mantener las reservas en el nivel requerido.

“Somos cuatro compañeras de piso, y en cuanto vimos el aviso y que había centros de salud desbordados, nos organizamos y vinimos aquí”, cuenta Elena García Mañes, una chica de 25 años que vino a donar sangre en un autobús de Cruz Roja estacionado en la Puerta del Sol.

La excepción al “cerrojazo” eran los supermercados, adonde los madrileños han afluido masivamente para pertrecharse de alimentos y artículos de limpieza, pese a que el sector de la distribución ha asegurado que no habrá desabastecimiento. En muchos supermercados había estantes enteros vaciados de productos como conservas, carne envasada o legumbres, y en alguno incluso los empleados estaban regalando alcohol en gel.

Los turistas se mostraban contrariados, en una ciudad que cerró todos sus museos, entre ellos las pinacotecas de El Prado, el Thyssen y el Reina Sofía.

“No esperábamos que cerraran todo de un día a otro. Ahora tememos que cierren la frontera”, dijo Xenia Damianaki, una turista griega que llegó el jueves a Madrid, y se dispone a acortar su viaje para regresar este domingo.

 

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