García Lorca, el gran poeta dejó su huella en La Plata
Edición Impresa | 2 de Marzo de 2020 | 02:30

El 13 de diciembre de 1933 no fue un día más para La Plata, porque en esa jornada y durante algunas horas se contó con la visita del ilustre poeta y dramaturgo granadino Federico García Lorca, realmente todo un lujo para la época porque el andaluz gozaba ya de amplia fama mundial y muchas de sus obras, como los poemas del “Romancero gitano”, se estudiaban en las aulas de varios colegios argentinos.
El escritor, nacido en 1898, había llegado al puerto de la ciudad de Buenos Aires el 13 de octubre de 1933 en el buque “Conte Grande”, que había zarpado de Barcelona, en el marco de una visita a nuestro país que duraría dos semanas pero que terminó prolongándose por casi medio año.
En Buenos Aires, García Lorca recibió el cariño del público, de la crítica especializada y de los habitantes del mundo literario. Fue prolongando su estadía y a medida que lo hacía iba recibiendo invitaciones de las universidades de distintas e importantes capitales provinciales de nuestro país, pero fue declinando una a una por distintas razones.
Pero hubo solamente una que aceptó; la del destacado historiador Dr. Ricardo Levene, que por aquel entonces se desempeñaba como presidente de la Universidad Nacional de La Plata.
El conocido escritor, filólogo y catedrático Profesor Guillermo Eduardo Pilía, sobre las pocas horas en las que el poeta andaluz permaneció en la capital bonaerense escribió: “Si la visita de Lorca a la Argentina fue sobre todo visita a Buenos Aires, la que hizo a mi ciudad, a La Plata, fue, fundamentalmente, una visita a la Universidad Nacional de La Plata. No concretó ningún viaje a Mendoza, Tucumán ni Santiago del Estero, y también declinó la invitación de la Universidad de Córdoba. En cambio aceptó la del doctor Ricardo Levene, nuestro prestigioso historiador, que en ese entonces era presidente de la Universidad”.
A dos meses exactos de su llegada a Buenos Aires, el español realizó su visita a La Plata, oportunidad en la que fue recibido con toda pompa por el Dr. Levene, acompañado por el secretario de la Universidad, Antonio Amaral; el decano de la Facultad de Humanidades, profesor José Rezzano; el director de la Escuela “Joaquín V. González”, Vicente Rascio, además de otros invitados, como el dramaturgo español Gregorio Martínez Sierra y la joven titiritera María Luisa Madueño.
Primeramente, el visitante recorrió las dependencias del rectorado y luego fue llevado al Museo de Ciencias Naturales, una “perla” de nuestra ciudad que tenía fama mundial por lo amplio y variado de sus distintas colecciones. En rigor, toda personalidad científica o académica que visitaba La Plata tenía en el Museo una cita obligada.
Luego, la comitiva se trasladó a la colonia de vacaciones de la Escuela Anexa que funcionaba detrás del Colegio Nacional y de la Facultad de Ingeniería.
Allí, bajo una reparadora sombra, se sirvió un almuerzo que se compartió con los niños que asistían a la colonia.
Un poco más tarde, los chicos, que durante varias jornadas habían ensayado una y otra vez distintas escenas de la obra “Pinocho” para representarla con algún temor ante García Lorca, quien festejó ampliamente y felicitó calurosamente a cada uno de los pequeños “actores”.
El escritor se cuidó también de felicitar a la profesora Agustina Fonrouge Miranda, quien tuvo a su cargo la adaptación de la obra.
Pillía también recordó que “después de la función teatral y a pedido del doctor Ricardo Levene, García Lorca expuso ante los profesores y estudiantes sus ideas y experiencias acerca del teatro en la universidad, sobre la base del trabajo realizado en “La Barraca”, el teatro universitario español que él mismo había fundado y del que participaron importantes figuras de la intelectualidad de su tiempo, como soporte cultural de la República”.
Como García Lorca también tocaba el piano con gran aptitud, se dice que al recorrer las dependencias del rectorado, y hallándose uno de esos instrumentos en uno de los salones visitados, el poeta tocó una breve sonata andaluza para sus anfitriones, pero no hay registros documentados de esta versión que sí, en cambio, ha sido recordada a través del tiempo por algunos memoriosos.
Después de la charla el granadino retornó a Buenos Aires, ciudad de la que finalmente partiría el 27 de marzo de 1934.
Casi un año y medio después, en su natal Granada, el 18 de agosto de 1936, en los inicios de la guerra civil española, sería cobardemente asesinado por elementos franquistas que habían copado esa zona de Andalucía y que lo había capturado tres días antes.
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