“Niña mamá”: violencia, desamparo, soledad: relatos de maternidad adolescente
Edición Impresa | 2 de Marzo de 2020 | 06:29

A los consultorios de un hospital público llegan decenas de adolescentes embarazadas: con la cámara de la directora Andrea Testa como testigo, en“Niña mamá” relatan sus experiencias en primera persona, en diálogo con trabajadoras sociales, historias atravesadas por la violencia que ejerce la sociedad sobre ellas, muchas viven en contextos de extrema pobreza, con problemas graves de adicciones o víctimas de violencia de género.
“Niña mamá”, que se estrena el jueves en el Cine Select del Pasaje Dardo Rocha (se verá hasta el jueves 11 a las 17.30), ofrenda su cámara a estas mujeres y sus historias, y de sus propios relatos emerge la evidencia de un sector vulnerable y una problemática mucho más compleja que lo que a menudo se plantea en mediáticos debates. Se trata del segundo documental de Testa, directora de “Pibe chorro” y también codirectora de la celebrada ficción “La larga noche de Francisco Sanctis”, junto a Francisco Márquez: un proyecto que al igual que su anterior documental nació por la “pulsión” de ver “qué pasa en las infancias de los sectores populares, atravesados por muchas violencias, legitimadas por el sistema”. Al enfocar la cámara en las jóvenes de los sectores populares, “directamente apareció la maternidad como un destino fuerte”.
Testa colocó su cámara en los hospitales públicos, porque “ahí podía ver el rol del Estado, qué pasaba con el Estado ante esta problemática, con estas niñas forzadas a maternar y parir, también a vivir una vida de adultos, expulsadas de la educación, teniendo que buscar un laburo, con un pibe. Empieza un difícil derrotero de vida, en estos sectores de pobreza”. Transitó día y noche estas instituciones, consiguiendo material para “muchas películas posibles”, pero “el momento más fuerte era el encuentro con esas voces, y lo que ellas deciden contar a la película”.
Así se fue construyendo “Niña mamá”, que filma a esas adolescentes sin esconder la cámara en sus entrevistas con los médicos, buscando por convicción política evadir una mirada miserabilista y desde “arriba”. “Hay una distancia imposible de salvar”, acepta Testa sobre las diferencias de clase y poder con sus entrevistadas, pero de todas formas buscó los procedimientos para disolver esa distancia y captar esas historias sin su intervención. “Yo estaba ahí para escuchar, no para decir nada de lo que yo pienso y lo que fui entendiendo a partir de la película”.
Los procedimientos incluyen colocar la cámara con un lente fijo, “que no permite hacer zoom, acercarnos si no somos nosotros mismos los que vamos con nuestros cuerpos”, una de las ideas en torno a la puesta de escena que apareció tras hacer un pacto con su equipo de la productora Pensar con las manos: “No queríamos abusar de nuestro poder, del privilegio del dispositivo cinematográfico”. A partir de allí, hablan un puñado de madres adolescentes, y aparecen en todos los relatos “esas violencias que empezamos a hacer emerger con el movimiento de mujeres, violencias que no solo ocurren en el ámbito privada, violencias institucionales”.
La película busca así mostrar la complejidad de la problemática, y comprender, por un lado, estas características universales que atraviesan todos los casos, y por otro “el recorrido individual de las mujeres, lo que pueden, lo que temen, para abrir el panorama en las discusiones públicas. Porque parece una polarización, los que estamos a favor del aborto y los que dicen que somos asesinas, pero quería, con la película, empezar a desandar esa polarización, a mostrar que es una complejidad, que cada una recorre la decisión desde diversos factores que las afectan. El Estado tiene que escuchar eso, y abarcar lo más posible”.
La cinta se estrena días después de que AlbertoFernández haya anunciado nuevo proyecto de ley de aborto legal en Argentina, un tema que divide a la sociedad argentina: las historias de “Niña mamá” no solo humanizan a las protagonistas de las historias que se debaten en el Congreso: también sacuden la comodidad de ciertas afirmaciones y opiniones solo posibles a la distancia de la problemática.
Es una película incómoda, parte de una filmografía que comprende el rol del cine como militancia. “Todo cine tiene relación política, el tema es para qué la usamos”, dice Testa, para quien también es crucial la batalla cultural, “disputar las salas de cine: estamos invadidos. La lucha es también por que haya espacios en las salas para el cine nacional, y para el cine independiente, no solo con las películas comerciales”.
“El cine es una herramienta que conecta, por eso también es importante proyectar en salas de cine, donde”, dice Testa, “lo que sucede después es muy emotivo. Más allá de que la película habla de embarazos adolescentes, y algunas mujeres que se acercan tuvieron alguna relación personal con eso, también pueden ver algo de sus propios recorridos como mujeres. Eso es muy fuerte”.
La cineasta sin embargo ha vislumbrado un problema en las proyecciones: “Cada vez que mostramos la película nos pasa que aparece un gran público de mujeres: eso me genera una pregunta, ¿qué pasa con los hombres?”
“Y lo mismo”, dice, “ocurre dentro de la película, nos encontramos con un mundo de mujeres, de hermanas y madres que acompañan, de las trabajadoras sociales que contienen la desesperación de las jóvenes que se acercan al hospital. El rol del cuidado, el rol social de la mujer-madre estaba todo el tiempo ahí, también en el hospital. La película se hace cargo de eso, solo aparecen voces de mujeres, algo muy poderoso y que a la vez nos hace preguntarnos por estas ausencias, dónde están, por qué no están”.
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