El empate dejó a River sin el título que le falta en el ciclo Gallardo

Sin profundidad, el conjunto Millonario no pudo lograr en Tucumán, contra Atlético, el triunfo que necesitaba para consagrarse campeón

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El empate 1-1 en Tucumán, frente al local Atlético, postergó anoche a River, en forma increíble, al segundo lugar del presente campeonato oficial de Primera, que en definitiva le correspondió a Boca, por el triunfo 1-0 frente a Gimnasia, en la Bombonera, y de ese modo saltó a lo más alto de la tabla de posiciones de una Superliga que tuvo una definición electrizante y en términos que alimentaron el suspenso hasta el último instante.

Ricardo Zielinski, el DT del Decano, fue quien mandó al descenso a River en la Promoción 2011

 

Los tres puntos de ventaja con los que llegó el conjunto Millonario a la penúltima fecha, se convirtió en uno tras el empate de la semana anterior en el Monumental, frente a Defensa y Justicia, y anoche obvio que no fue suficiente para contener el embate final de los Xeneizes en un final de película, que dejó al conjunto riverplatense sin el título que le faltaba en el ciclo de Marcelo Gallardo, que fue a buscar con determinación desde que la competencia se reanudó tras el receso de fin de año.

Un gol anulado a Rafael Santos Borré en el primer tiempo, por una supuesta posición adelantada, y un penal a Ignacio Fernández que pasó de largo para el árbitro a poco de comenzado el complemento, bien pudieron significarle a River la victoria que hubiera alterado el final, pero al margen de esto, el nivel futbolístico exhibido no estuvo a la altura de los antecedentes del equipo que avanzó hasta la última fecha sosteniendo la condición de principal favorito para quedarse con el

La sospecha que sobrevoló hasta que el equipo apareció en la cancha fue el esquema que dispondría Marcelo Gallardo, porque si bien el técnico había adelantado que mantendría la idea de los partidos anteriores, es decir con línea de tres/cinco en el fondo, esa que favorece el adelantamientos de los laterales, la posibilidad de una sorpresa estaba en los planes de quienes imaginaban la salida de un marcador central para darle lugar a Juan Fernando Quintero en la línea de medios. Esa variante a la que se recurrió, a partir del cruce con Unión, en Santa Fe, para resolver los partidos que se le complicaron desde que se reinició el campeonato.

River apareció en definitiva con la formación a la que recurrió su entrenador para rearmar el equipo tras la salida de Ezequiel Palacios, transferido al Bayer Leverkusen, y ni bien la pelota comenzó a rodar fue a buscar el triunfo que necesitaba para ser campeón sin le necesidad de conocer el resultado de Boca-Gimnasia en la Bombonera. Pero, claro, ese fue el partido que imaginó Ricardo Zielinski, quien hizo que Atlético Tucumán achicara espacios en terreno propio y saliera de contra.

Franco Armani tapó lo que hubiera sido la apertura en el primer ataque a fondo, y de vuelta, el que estuvo cerca fue Nicolás De la Cruz. En estos términos entonces avanzó el juego en el estadio Presidente José Fierro, que volvió a tener otra emoción fuerte cuando, antes de cumplirse el primer cuarto de hora, Rafael Santos Borré empezó a gritar un gol que el árbitro Patricio Loustau le anuló por una posición adelantada que las repeticiones dejaron ver que no había existido.

El Decano volvió a llegar con una pelota parada a los 18 minutos, y aprovechando que Armani no fue a buscar la pelota que viajó por arriba al segundo palo, Javier Toledo, de cabeza, puso el 1-0 que a esa altura de la noche llevaba la definición de la Superliga a una gran final, porque Boca igualaba sin anotaciones con el Lobo. El cuadro de situación menos pensado, que de todos modos no desacomodó a los Millonarios, quienes tras asimilar el golpe, comenzaron a ejercer un dominio que a los 34 minutos desembocó en un empate lógico, sellado por Matías Suárez, de cabeza, aprovechando una pelota cruzada desde la izquierda por Milton Casco.

Bajo control Ignacio Fernández, muy golpeado por los volantes encargados de su marcación, debieron hacerse cargo de la pelota Enzo Pérez y el uruguayo De la Cruz, que por lo general abrieron a la izquierda para las proyecciones de Casco. Igual, el propósito de Atlético, justamente fue permitir que River desarrollara las jugadas por los carriles, ya que el plan era buscar que cada uno de ellos desembocara en un centro a la medida de los centrales.

El gol del empate fue la excepción a esa regla, pero el partido transcurrió definitivamente en los referidos términos: River con la pelota, tratando de jugarla por abajo, de un costado al otro, frente a un Atlético agrupado en terreno propio, saliendo rápido de contra con pelotazos largos para las corridas de Toledo y Leandro Díaz. Esperando, como segunda alternativa, una jugada de pelota parada para levantar centros. El modelo de un equipo que a pesar de los recambios experimentados a final de cada temporada se mantiene vigente bajo la conducción de Zielinski, un especialista en armar equipos en estas condiciones.

En el segundo tiempo, River no encontró el modo de romper la paridad, al punto que un recorrido por los 45 minutos reglamentarios, más los cinco de descuento otorgados por el árbitro, no muestran más que una falta a Ignacio Fernández dentro del área. Al margen, nada más, porque ni los ingresos de Juanfer Quintero, Ignacio Scocco y Lucas Pratto alcanzaron para darle a River la profundidad que no encontró para quebrar una muy sólida defensa.

 

 

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