Los robos siguen en cuarentena: desde “barbichorros” hasta ladrones mojados
Edición Impresa | 26 de Abril de 2020 | 01:49

La cuarentena que impera en el país desde el 20 de marzo último obligó a los ciudadanos a modificar hábitos y adaptarse a nuevas circunstancias tanto fuera como dentro de sus hogares. Una gran mayoría debió acostumbrarse al “home office” y quienes salen (a trabajar o a hacer compras) deben hacerlo con tapabocas y respetando la distancia con sus pares. Para los delincuentes, el aislamiento social también implicó un acondicionamiento a la nueva realidad y así nacieron “los barbichorros” como el que atacó una pollajería de City Bell en las últimas horas.
Pero acaso más curioso sea el caso de la banda que ataca en un sector de Lisandro Olmos solamente las noches de tormenta. Lo hacen bajo la modalidad conocida como escruche, aunque en el barrio aseguran que algunos hechos “se dieron con las familias” dentro de los inmuebles.
Pasados por agua
El Gigante del Oeste es una vecindad nueva que se creó con los créditos ProCrear entre 2014 y 2015. Se trata de unas 432 viviendas de las cuales están ocupadas el 80 por ciento. Daniel y Cristian son vecinos del área de 173 y 50 que se mudaron (como la gran mayoría) cuando todavía sus casas no estaban terminadas. “Nos vinimos a vivir con lo puesto, a medio construir”, explicó el primero. Es sobre la entrada, que está hecha un asco. La entrada “por 173, de 44 a 46, está asfaltada pero no se ve nada. Hay unos depósitos que tienen luces propias y nada más, después hasta la 176 es todo barro. Hicimos denuncias por luminarias y no tuvimos respuesta”, aportó el segundo. Es ahí donde, el 31 de marzo, empezaron los atracos. “Fue a la madrugada y a partir de ahí no pararon. Siempre se meten las noches de tormenta”, aseguró Daniel. Esa velada, en 49 y 173, un matrimonio con tres hijos menores fue sorprendido por un grupo de malvivientes que los redujeron y les robaron televisores, equipos informática, electrodomésticos y dinero en efectivo. Tras ese episodio hubo otros cinco similares aunque en ausencia de los propietarios. En 173 entre 47 y 48 desconocidos ingresaron en una pollajería “por atrás, aprovechando que hay una construcción abandonada y lo desvalijaron”, recordó Cristian. Esa maniobra también se repite: usan los terrenos o las obras para lograr acceder a los inmuebles que luego saquean.
Según afirmaron los damnificados, cada incidente fue denunciado a las autoridades. Ellos no tienen dudas y creen que “es imposible que no sean los mismos” ya que “son sistemáticos en cuanto a la forma y se dan cuando llueve”, expresaron. En ese sentido, Daniel manifestó que “ahora que vienen los días de lluvia se genera pánico y hay algunos que tienen ganas de salir a patrullar las calles. Vemos que hay una ausencia del Estado, la Policía sabe quiénes son, pero tampoco tienen herramientas para trabajar”.
Cristian es uno de esos vigilantes nocturnos. “A mí me robaron una moto y cuando cobré el seguro levanté la medianera. A partir de hoy (por ayer) vamos a hacer una guardia con un compañero y donde vea un movimiento sospechoso voy a apretar el botón antipánico”, le dijo a EL DIA. Por otro lado, indicó que “antes era más ‘para el fondo’ la cosa, para la 177, porque hay pastizales y es todavía más oscuro. Robaban por ese lado y sobre todo eran rateros. Ahora ya no es así, se meten sin importarles nada y más que nada por la 173”. Asimismo, señaló que “horas antes de que entren se escuchan silbidos, como si se fueran avisando a dónde ir”. Para Daniel “se manejan con total impunidad, con la pandemia se complicó porque ahora estamos en nuestros hogares y si se meten nos agarran adentro”. “Encima se vienen días de lluvia”, advirtió.
a pedir de boca
En tanto, en otra pollajería pero de 462 esquina 15A, un hombre tocó el timbre del local el viernes cerca de las 20 -hora de cierre-. Tenía puesto un barbijo y nada en su actitud hacía pensar que se trataba de un ladrón. Bastó que el empleado lo dejara pasar y cerrase la puerta detrás de él, para que el sujeto diera a conocer sus verdaderas intenciones.
De entre sus ropas sacó un arma de fuego y apuntó con ella al vendedor. Sustrajo todo el dinero que había en la caja registradora y luego escapó. El dueño del comercio le dijo a este diario que “por suerte solo fue un robo y susto. Llama la atención con la tranquilidad que actuó este muchacho. Realmente, cuando salió la disposición de que usar barbijo era obligatorio lo primero que se me vino a la mente fue ‘algo va a pasar’. Jamás me imaginé que iba a ser el primer comercio en caer en un robo de este tipo”, concluyó.
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