Más peces y hasta tortugas de agua en El Gato, un fenómeno en plena cuarentena

Con el cese de la actividad industrial, los cursos de agua dulce de la Región recuperan sus ecosistemas. La explicación de un experto

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La retracción de los humanos a sus hogares y el parate de la maquinaria industrial, todo a obligación por el avance del COVID-19, ha provocado una inmediata reacción en el reino animal y no pocas especies han comenzado a ocupar territorios que hasta hace algunas semanas eran de dominio de las personas o bien estaban viciados de contaminación.

Son numerosos los ejemplos que en ese sentido se vieron en el mundo en esta época de pandemia. Pero para no ir tan lejos basta con contemplar por estos días la presencia de peces en el Riachuelo o, más acá, lo que comenzó a ocurrir en los arroyos del Partido de La Plata y alrededores: cursos de agua dulce hartos contaminados ahora beneficiados tanto por el cese de las actividades industriales como por la ausencia de las personas, reflejan cierta recuperación de sus ecosistemas y en cuestión de unos pocos días comenzaron a ser recorridos por distintas especies.

En nuestra ciudad los vecinos se sorprendieron por la presencia de peces en lugares donde hasta hace poco era casi imposible, como en el Arroyo del Gato a la altura de 7 y 514, donde las aguas recibían permanentemente fluidos contaminantes de industrias de la zona; en el Arroyo Rodríguez en cercanías de Camino Belgrano y 482; y en el Arroyo Carnaval en proximidades de Camino Centenario y 554. Incluso en una desembocadura de Boca Cerrada, en Punta Lara, sorprendió a especialistas la inusual presencia de tortugas de agua.

Un platense experto en el comportamiento de los peces, el Dr. en Ciencias Naturales Darío Colautti, miembro del Instituto de Limnología de la UNLP-Conicet, remarcó en diálogo con EL DIA que este fenómeno detectado en plena cuarentena se produce porque “los peces, sobre todo los que son muy móviles, recorren el agua, se asocian, y si no encuentran impedimentos, ellos avanzan”. “La presencia de los peces, ahora, son el reflejo del impacto negativo del arroyo”, afirmó.

Precisamente sobre esos impedimentos que señala, el investigador sostuvo que “evidentemente los peces se han animado en estos arroyos, que están muy impactados por una zona urbanizada con mucha actividad industrial y mucho vuelco de sustancias nocivas”.

“La actividad productiva se ha visto disminuida por el tema de la cuarentena y los vuelcos de sustancias nocivas han acompañado este proceso”, amplió.

Este fenómeno que se produce en La Plata y que desde hace algunos días también puede observarse en el Riachuelo -curso que atraviesa parte del Conurbano Bonaerense y la capital federal y desemboca en el Río de La Plata-, se extiende sobre todo a las zonas costeras, por ejemplo “en el Río Paraná, en Paso de la Patria, y en otros lugares”, sostuvo Colautti.

Señaló que los cardúmenes comenzaron a aparecer particularmente en lugares donde los humanos “generamos los mayores disturbios por la navegación, la pesca, el turismo, la presencia de bañistas, áreas que, ahora en condiciones prístinas, los peces las habitan dada la calma eventual que se da por el coronavirus, ya que la presencia humana disminuyó notoriamente”. Y añadió: “Los peces son habitantes del río y necesitan de todo el ecosistema para desarrollar su ciclo de vida. Así han evolucionado. La presencia del hombre no atentó del todo, ellos igual viven, pero ahora empiezan a utilizar esos ambientes y se acarduman”.

El investigador reflexionó: “Tenemos que darnos cuenta de qué manera nuestra actividad afecta al funcionamiento de los ecosistemas naturales de los cuales nosotros somos parte; tomar conciencia y ser más amigables con el planeta, porque al ser parte de él todos los efectos negativos impactan de una manera a otra: a nivel sanitario, en la producción, en las pérdidas económicas y en innumerable cantidad de cuestiones (...) Pensando en el hoy, debe desarrollarse un crecimiento en armonía con el ecosistema, que nos sostiene a nosotros también”, finalizó.

 

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