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Manuel Vignau: “Esta es una buena posibilidad para repensar la difusión de nuestra propia cultura”

El actor platense con años en el under porteño estrena en Cine.Ar “Algo con una mujer”, policial negro que transcurre en el violento 1955. Desde su cuarentena, el actor habla del filme, el futuro del arte tras la pandemia y su pasión por el teatro

Manuel Vignau: “Esta es una buena posibilidad para repensar la difusión de nuestra propia cultura”
Pedro Garay

Pedro Garay
pgaray@eldia.com

15 de Junio de 2020 | 02:54
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Manuel Vignau atraviesa la pandemia con “incertidumbre”, pero, después de todo, una incertidumbre para la que se preparó durante toda una vida trabajando en la autogestión: el actor platense con años en el under porteño y el cine independiente dice que vive un momento “laboralmente complejo, como todo el sector”, pero apuesta a “reinventarse”, otra vez, para seguir viviendo y sobreviviendo de la actuación.

Esa reinvención implica, en su carrera como actor de cine, abrazar un estreno en la pantalla chica, como el que tendrá lugar el jueves: “Algo con una mujer”, película que protagoniza junto a María Soldi, se estrenará primer en la pantalla de cable Cine.Ar, y luego pasará, desde el viernes, a la plataforma Cine.Ar Play, donde se podrá ver de forma gratuita. Es la segunda película que Vignau estrena en pandemia, después de “La protagonista”, donde cumple un rol secundario, y afirma, en diálogo con EL DIA, que “dentro de este panorama, es un empujón, un incentivo estrenar, y el estreno en pantalla chica tiene alguna cosa linda: la familia, los amigos nos podemos sentar al unísono a ver el estreno”.

Desde el sillón, además, tendrá acceso al filme todo el país, cuando habitualmente el cine nacional tiene que luchar para poder estrenar en un puñado de salas, centralizadas en Buenos Aires. “Es una buena situación para entender, fomentar y potenciar algunos vectores en relación al cine argentino: puede ser interesante que desde ahora, los estrenos puedan ser en cine y al mismo tiempo en Cine.Ar, de forma simultánea, aunque sean dos funciones”, afirma Vignau. “Es una buena posibilidad para repensar la difusión de nuestra propia cultura”.

Dirigida por Mariano Turek y Luján Loioco, “Algo con una mujer” es un policial negro ambientado en los meses previos al golpe del 55: con el trasfondo de la división política que atravesaba el país en ese momento, la cinta cuenta la historia de Rosa (Soldi), una costurera y aburrida ama de casa, amante de las historias de detectives, que pasa gran parte del tiempo sola, mientras su marido (Vignau) milita y vive una vida de secretos lejos del hogar. Pero de pronto se produce el hecho que lo cambia todo: Rosa se convierte en la única testigo de un crimen.

Está claro: más allá de ser un policial de época, desde el pasado se trazan mil paralelismos con el presente, desde la condición de la mujer a la sombra del marido hasta “los cambios en la construcción de la familia, la idea de lo que era una familia en ese momento”, suma Vignau. Y también, claro, en términos políticos: “No me gusta usar la palabra grieta, es un término que no me interesa, pero si había profundas divisiones, confrontaciones, y en algún punto atravesamos como sociedad hoy tensiones similares. Las de aquel momento, ni me las puedo imaginar: no me entra en la cabeza que estén bombardeando Plaza de Mayo ahora. Pero sin ser taxativo, me parece que el conflicto es el mismo. Tal vez está bueno tomarlo así, para resignificar ese pasado, y repensar dónde estamos parados hoy y dónde vamos”, opina el actor.

Y en ese sentido político-cultural, dice Vignau, el cine tiene mucho para ofrecer y cumple un rol clave. Para argumentar, da un rodeo y cuenta una anécdota: en una publicación virtual, una conocida le comentó “para cuándo en Netflix”. Y Vignau respondió “ojalá que nunca”.

“Desde la mirada de un espectador que ve Netflix todo el día, parte de esta ‘sociedad Netflix’, una sociedad que desde lo cultural se ha convertido un poco en eso, la respuesta mía la descoloca: Netflix es sinónimo de éxito. Pero ahí hay una tensión: hay una mirada de éxito y fracaso, de imposible convivencia entre el cine de autor, para ponerle un rótulo, y el cine comercial”, afirma Vignau, y agrega: “Hay mucho por pensar. La pregunta del cine la podemos ampliar al artista, al hacedor de la cultura: como trabajadores, ¿qué queremos hacer? ¿Queremos llegar a Netflix de cualquier modo? ¿O queremos generar una industria fuerte de un cine que habla desde nosotros y sobre nosotros? El gran conflicto de fondo es cultural”.

EL PASADO

Vignau llegó a la cinta invitado por Loioco, con quien trabajó en un corto hace varios años (donde también trabajó Soldi), y luego en “La niña de tacones amarillos”. “Con Luján me pasa como me pasa con Marco Berger”, dice Vignau, que trabajó con el cineasta en “Plan B” y “Hawaii”. “Nos conocemos desde que nos venimos formando: hay una sintonía de trabajo muy fina, nos entendemos mucho”.

Esos años formativos los tuvo Vignau en Buenos Aires: su primera experiencia teatral fue en nuestra ciudad, en un taller de teatro en el colegio, pero “fue una experiencia que quedó aislada, repicando, haciendo ruido varios años”. Vignau jugaba al fútbol de joven en la liga amateur platense, y quería llegar a Primera o, en su defecto, convertirse en arquitecto, carrera que comenzó en la UNLP. El sueño de la pelota comenzaba a volverse difícil, ya con 18, 19 años, y en ese momento “apareció una información de un taller de teatro en capital federal: me gustó la idea de venir los sábados a Buenos Aires a un taller de teatro, así que en vez de arrancar la pretemporada arranqué teatro”.

“Fue un impulso, y me enamoré a primera vista”, cuenta hoy Vignau, quien comenzó a tomar clases en Andamio 90, yendo y viniendo en tren. “Recuerdo el olor de Andamio, las salas de clase, la recuerdo a Alejandra Boero, esa viejita que andaba por los pasillos con una presencia impactante… La vi actuar con 80 años, en algunos ensayos, pispeando cuando iba a las clases: tenía un tubo de oxígeno detrás de bambalinas, salía y se metía oxígeno y seguía actuando. Había algo ahí que era muy potente, que tenía que ver con el amor a un oficio que para mi era totalmente nuevo”.

El teatro, cuenta, “me rompió la cabeza, empecé a ver el mundo de otra manera” e, inexorablemente, “terminé dejando la facultad, toda la proyección formal que tenía”, a pesar de que ya estaba en cuarto año. “Y me metí en el viaje este que es autogestivo, que requiere mucha imaginación, mucha constancia, fortalecer la resistencia a la frustración, pero tiene una magia... inasible. No sé como describirlo: es enamoramiento, pasión”.

“Entrega”, sigue, como la que brindó cuando fue parte de la construcción de Timbre 4, hoy un faro del teatro independiente. “Pintamos los tachos, armamos la sala... yo dormía en el teatro porque vivía en La Plata: si terminábamos muy tarde el ensayo, Tolcachir me tiraba un colchoncito y me quedaba a dormir en la sala. Toda esa convivencia con el hacer y con esas experiencias te marcan a fuego, te marca esa lógica de trabajo, cooperativista, de empuje grupal, con cierto romanticismo”.

EL FUTURO

Por supuesto, ese sector es el que más sufre hoy el parate en las actividades a causa de la pandemia. “Hay mucho desamparo al sector, así que estamos viendo qué herramientas podemos transformar para sostenernos”, cuenta Vignau, que mantiene su labor como docente aunque, cuenta, muchos no pueden seguir pagando. Y “con las obras paradas, los proyectos audiovisuales parados, no hay forma de tener solvencia económica. Y empiezan a cerrar los espacios culturales: ¿cómo se contiene eso? No vaya a ser cosa que salgamos de la pandemia y no haya dónde hacer teatro. Me preocupa que no haya un plan de contención”.

Para colmo, tanto el teatro como el cine venían ya de una crisis previa. “Fueron cuatro años muy duros, y en enero parecía que había un amague de consumo, pero no duró nada: febrero ya fue duro, marzo arrancaba durísimo y, bueno, tuvimos que parar por la pandemia”, revela Vignau, quien mostraba desde enero “La Sala Roja” en el Metropolitan y “La Casa de las Palomas” en el Camarín de las Musas, mientras se preparaba para estrenar una obra de César Brie y estaba por volver a los ensayos Cabaré Político, para su tercera temporada, en Espacio 44 en nuestra ciudad.

 

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Manuel Vignau, con María Soldi y Luján Loioco en pleno rodaje

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