Disconformismo que no puede ligarse solo a la cuarentena

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Por JORGE REMÓN

Las manifestaciones de ayer sorprendieron a casi toda la dirigencia política. La protesta fue convocada a través de las redes sociales, no hubo líderes ni partidos que organizaran la marcha. El disconformismo que se manifestó en las calles de ciudades, pueblos y rutas no puede ligarse a la cuarentena únicamente. Hubo muchos más motivos expresados por los participantes en las concentraciones.

En el Día de la Independencia argentina, la palabra “libertad” estuvo cargada de múltiples significados: hubo expresiones de indignación por la excarcelación de Lázaro Báez; se reiteraron las manifestaciones en defensa de Vicentin –y más ampliamente de la propiedad privada- y se reivindicó la libertad de expresión. “No queremos ser Venezuela” se repitió y claramente pudo visualizarse la disconformidad de grandes sectores de la clase media urbana y rural.

El ex presidente Mauricio Macri dio muestras –luego de cuatro meses de silencio político- de que discutirá el liderazgo de la oposición, frente a otros dirigentes de su propio partido y de la coalición Juntos por el Cambio que tienen una postura más moderada frente a la administración de Alberto Fernández. El Presidente llamó ayer “mi amigo” al alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta, en el acto por el 9 de Julio que encabezó en la quinta de Olivos, con una escenografía de unidad nacional.

Poco antes el jefe de Estado apareció rodeado de los gobernadores provinciales –a través de un Zoom- y de un puñado representativo de empresarios y sindicalistas en forma presencial. También estaba presente Horacio Rodríguez Larreta a quién Alberto F. calificó de amigo. Era un escenario de unidad nacional pero apuntó contra los que definió como “odiadores seriales” y asimiló de esa manera su discurso al de su vice Cristina Kirchner, cuya ausencia fue notoria en Olivos. Las dos caras que mostró el Presidente son justamente las que lo acompañaron en los siete meses de gestión, pero que en las ultimas semanas fue endureciendo.

Macri advirtió la situación y creyó que era el momento de reaparecer confirmando su voluntad de seguir en la política con una actitud muy crítica del gobierno.

Los manifestantes que ayer se concentraron en el Obelisco porteño, en la Plaza Moreno platense, en la avenida Maipú frente a la residencia de Olivos, en el Patio Olmos de la ciudad de Córdoba o al caer la noche, ante la propia Casa Rosada en la Plaza de Mayo, identifican una sola cara del Presidente: la que lo iguala con Cristina.

La reacción de los vecinos del country de Pilar que resisten la llegada de Lázaro Báez ofrece un ejemplo de esa situación: la constatación de que prácticamente todos los dirigentes y empresarios apresados por hechos de corrupción recuperaron la libertad en los últimos seis meses y la idea de que la Justicia modifica radicalmente sus fallos cuando cambian los gobiernos. Tanto, que ahora es Macri el que está siendo investigado y teme por su libertad, como antes le sucedió a Cristina.

Pero en medio del enfrentamiento político está la sociedad; los que manifestaron ayer y los que no lo hicieron, pero que están sufriendo igualmente las angustiantes consecuencias económicas de la pandemia y de la cuarentena.

Tanto, que resulta notoria la pasividad de los sectores afines al peronismo, siempre proclives a las demostraciones callejeras.

En esta situación del país el deber de todos y especialmente del gobierno, de sus aliados y de los militantes del partido del gobierno es tratar de construir los puentes para pasar sobre la grieta, pero algunas expresiones no contribuyen a desarmar los ánimos.

 

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