En San Carlos dicen que son “asediados” por motochorros, desde que cae el sol

Estallaron tras el ataque que sufrió una mujer en 150 y 45, al regreso del trabajo. “Escuchamos las motos y temblamos”, confesaron

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Una mujer que camina por una calle desierta, con un perrito que avanza, se para y le mueve la cola, hasta que, nervioso, arremete a ladridos contra algo que avanza. Es la luz de una moto con dos hombres; el que va de acompañante se abalanza sobre la mujer sin darle tiempo a la reacción y forcejea con ella hasta que ambos caen al piso. El que conduce la moto los mira, hasta que se suma a su amigo para apurar el arrebato de las pertenencias de la víctima y escapar.

La secuencia fue registrada antenoche por una cámara de seguridad instalada en 150 y 45, que, según los vecinos, graba incidentes de este tipo “todo el tiempo”. Es por eso que decidieron hacer público un pedido a las autoridades provinciales y municipales para que se tome alguna medida que frene los ataques de motochorros y “devuelva la tranquilidad al barrio”.

Quienes impulsan el reclamo viven en la zona comprendida por las calles 149 hasta 151, de 44 a 46. Si bien desde hace tiempo vienen organizándose en un grupo de WhatsApp con sistemas de alertas decidieron abordar la problemática desde otro ángulo, sacando a la luz esta situación que están viviendo y reclamando una reunión urgente con las autoridades.

La gota que colmó el vaso fue aquel robo brutal que sufrió una vecina que, aparentemente, regresaba de trabajar cuando fue abordada por dos sujetos que la golpearon y le robaron. “Tuvimos que llamar al SAME para que la asista” señaló una frentista que pidió mantener su identidad a resguardo.

“Vivimos aterrorizados. Ya no sabemos qué hacer. Hemos hablado con la policía y nos explican cuestiones lógicas: que los ladrones son menores y tienen que largarlos enseguida o que no dan abasto con el equipo y los recursos que les dan”, indicó. Sobre la modalidad que suelen usar los delincuentes, contó que “aparecen de la nada y actúan con una rapidez que sorprende, no te dan tiempo ni a pensar”.

“Cuando oscurece se empiezan a escuchar las motos acelerando y generando explosiones. y empiezan a sentirse un nerviosismo. Es una sensación de terror y de asedio”, concluyó.

 

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