La Uocra y otro grave incidente dentro de un penoso historial

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El violento enfrentamiento entre afiliados de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (UOCRA, seccional La Plata) registrado en Berisso y que derivó en una verdadera batalla campal, que se libró a los tiros y dejó el saldo de al menos tres heridos –uno de ellos, en grave estado, luchaba por su vida al cierre de esta edición- volvió a reflejar la discordia existente entre dos facciones internas del gremio, que se traduce en los últimos años a través de reiterados y graves incidentes. Antes que nada, entonces, corresponde señalar que esta situación es conocida de sobra por las autoridades y que resulta incomprensible que se repita en distintos escenarios.

En esta ocasión, tal como se informó, todo empezó en la madrugada de anteayer, cuando quienes viven en la zona de 157 entre 26 y 27 en Villa Roca, de la ciudad vecina, vieron interrumpido su sueño por el sonido de numerosos disparos de armas de fuego. Algunos lugareños hablaron luego de una “guerra” en la que llegaron a contar más de 200 balazos. Se indicó que la situación se habría desmadrado luego de una olla popular realizada.

Precisamente esa “olla” habría sido el detonante de una discusión entre seguidores del actual interventor de la Uocra platense, Carlos Vergara, con integrantes del grupo que responde al ex secretario general del gremio, Juan Pablo “Pata” Medina, que se encuentra preso por los delitos de asociación ilícita, coacción agravada y extorsión reiterada.

“Fue, como siempre, una disputa por la territorialidad”, coincidieron en señalar fuentes judiciales y policiales actuantes. Lo cierto es que dos participantes de la reunión resultaron baleados en las piernas e internados en Hospital Larraín, de la mencionada localidad.

Según se pudo conocer, a ese mismo hospital llegó, pero para ser atendido por la guardia –por lesiones que había sufrido en un choque automovilístico, cuando enterado del enfrentamiento iba hacia el escenario de los hechos- un familiar de Medina que, a poco de arribar al centro de salud, se trenzó en pelea con uno de los internados, al punto de que hubo que llamar a la policía para restablecer el silencio y la tranquilidad del lugar.

Sin embargo, dos horas después, recrudeció el incidente en el lugar original del encuentro, los vecinos volvieron a escuchar nuevos disparos y allí otro asistente a la olla popular –ligado a la anterior conducción del gremio- resultó herido de un balazo en el abdomen que le provocó lesiones de extrema gravedad, por lo que debió ser operado dos veces.

Se ha dicho que el problema se arrastra desde hace mucho tiempo. Gravísimos enfrentamientos en las puertas de la Destilería YPF, atentados a balazos a casas de dirigentes, bataholas entre las dos facciones frente a la actual sede de la calle 50 de nuestra ciudad, en episodios que obligaron a intervenciones de la Policía y de guardias de Gendarmería obligadas a disparar balas de goma y gases lacrimógenos, la denominada “interna” de un gremio se viene librando en un contexto de inaudita violencia. Precedida, claro está, por un largo período previo en el que la anterior conducción originó incidentes, presiones y extorsiones, que derivaron en las causas judiciales y en la mencionada condena judicial.

Es de esperar que las autoridades policiales y judiciales investiguen y esclarezcan lo ocurrido, sancionándose a los autores de los delitos allí cometidos. Sin embargo, existe por parte del Estado una responsabilidad superior, en el sentido de que las situaciones litigiosas que puedan plantearse en los distintos ámbitos sociales, políticos, gremiales o de cualquier otra índole, se diriman dentro de marcos legales, apelándose a los dictados de las normas. Para quienes así no lo entiendan, para quienes supongan que la única forma de resolver conflictos es a balazos, la Constitución y las leyes tienen previstas las sanciones penales correspondientes.

 

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