Advierten por la disfagia, un efecto en pacientes entubados por coronavirus

Produce problemas en la deglución y puede derivar en desnutrición, broncoaspiraciones y hasta la muerte

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Hay una secuela poco conocida, pero muy riesgosa para la salud de los pacientes en recuperación después de atravesar la fase crítica del COVID-19. Se trata de la disfagia que padecen los enfermos que estuvieron más de 48 horas conectados a respiradores artificiales o “entubados” para superar las falencias respiratorias que provoca el coronavirus.

Especialistas aseguran que para evitar consecuencias no deseadas (que incluso hasta pueden provocar la muerte), se necesita de una inmediata intervención profesional. En este caso, de los fonoaudiólogos. Uno de los efectos de la extubación es la disfagia, un trastorno que puede provocar broncoaspiraciones, desnutrición y hasta la muerte, si no se realizan los tratamientos adecuados y a tiempo.

Según estudios científicos la disfagia (secuela en el proceso de la deglución) afecta a más del 50% de los pacientes que estuvieron más de 48 horas conectados a un respirador artificial. Para este cuadro de situación se requiere de un fonoaudiólogo especializado en deglución. Una de las consecuencias más frecuentes para los enfermos que atravesaron esta dolorosa experiencia clínica y luego de recibir asistencia ventilatoria prolongada, es el riesgo de aspiración tanto de secreciones, como de la alimentación que comienzan a recibir luego de retirado el respirador artificial .

“Sin una evaluación rápida y un tratamiento adecuado, el trastorno prolongado en la deglución puede derivar en un cuadro severo de desnutrición, entre otras consecuencias”, explicó María Campos, especialista en trastornos de la deglución e integrante del Colegio de Fonoaudiólogos de La Plata (COFOLP).

Aseguran que la Fonoaudiología es “tarea esencial en las Unidades de Terapia Intensiva (UTI) para recuperar funciones fundamentales para la vida y la comunicación como la deglución, el habla y la voz en pacientes críticos.

“El diagnóstico del fonoaudiólogo con relación a los trastornos en la deglución y disfagias tendría que estar contemplado en los protocolos clínicos inmediatos de los pacientes que son extubados, para ajustar el tratamiento necesario” agregó Campos.

EXCEPCIÓN EN LA REGIÓN

Sin embargo, la presencia de fonoaudiólogos en los planteles sanitarios de la región resulta casi una excepción. Según repasan en el COFOLP, el hospital “Rodolfo Rossi” cuenta con un profesional, en el policlínico “General San Martín” se jubilaron tres especialistas que no fueron reemplazados y hoy están en funciones cuatro para cubrir toda la internación del hospital y en todos los servicios de ese centro de referencia de la Provincia.

En el hospital “Larrain” de Berisso, se desempeña una fonoaudióloga pero afectada exclusivamente al área de Audiología. Y en centros privados de la salud platenses sólo ejerce un fonoaudiólogo en el Instituto Médico Platense y otro en el Instituto del Diagnóstico, según el relevamiento que realizó el colegio profesional.

En La Plata hay aproximadamente 320 camas destinadas a cuidados intensivos (terapias) y de acuerdo con los datos del Colegio de Fonoaudiólogos apenas habría siete profesionales para evaluar y dar tratamiento a los pacientes críticos. “Desde hace tiempo reclamamos a las autoridades por los nombramientos de fonoaudiólogos en los planteles profesionales de los hospitales públicos”, aseguró María Alejandra Morchón, presidenta del COFOLP.

Con un diagnóstico preciso se trabaja para revertir el trastorno con diferentes técnicas que pueden ir desde cambios posturales de la cabeza y el tronco para evitar aspiraciones, ejercicios específicos para recuperar fuerza muscular y estimulación de los sentidos del gusto y olfato, entre otras.

Es habitual que los pacientes con COVID-19 que necesitan de terapias intensivas y una prolongada asistencia mecánica respiratoria sufren daños en las cuerdas vocales y al despertar, luego de superar el virus, además de presentar pérdida de peso y musculatura, las secuelas más angustiantes que sienten es no poder hablar ni comer de manera normal, admiten desde el COFOLP.

 

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