De bancario a “constructor” multimillonario durante las gestiones K

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Dicen desde hace casi tres décadas atrás en Río Gallegos que Lázaro Báez se “sacó la grande” con su amistad con Néstor Kirchner. En 1991, de cajero llegó a la gerencia del banco de la provincia patagónica, mientras el fallecido ex presidente comenzaba su primer mandato en la gobernación de Santa Cruz. Luego de privatizar la entidad bancaria reactivó, a pocos días que su amigo asumiera en el máximo cargo político en el país, Austral Construcciones SA.

La empresa se convertiría en una de las adjudicatarias más grandes del territorio nacional en contratos estatales. A partir de ella, Báez consolidó un imperio. Compró campos, estancias y propiedades -la Justicia le habría comprobado más de 1.400 inmuebles y terrenos-. Su patrimonio -ahora en gran parte embargado- habría alcanzado más $3.300 millones, y aún siguen investigando cuentas en el exterior.

Ante la muerte del ex presidente Kirchner, Báez fue uno de los pocos presentes junto a la familia. Y fue quien construyó el inmenso mausoleo en Río Gallegos, que habría costado casi un millón de dólares. Su relación con la actual vicepresidenta Cristina Fernández no fue la misma desde el fallecimiento de su amigo. Sin embargo, la Justicia investiga la relación con la ex presidenta y sus hijos, Máximo y Florencia, sobre la contratación millonaria de habitaciones, que nunca se usaron, en los hoteles de la familia Kirchner entre 2011 y 2013.

Nacido en Corrientes el 11 de octubre de 1956 pero residente en Río Gallegos desde chico, el hombre que empezó como cadete bancario pasó a quedar al frente de un grupo económico con inversiones millonarias diversificadas no sólo en la construcción, sino también en la comercialización de neumáticos y el petróleo. Todo desde que los Kirchner llegaron a lo más alto de poder. Por eso las firmes sospechas de un rol de “testaferro”, que la Justicia aún sigue investigando.

 

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