Elba Elena Cecos

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La doctora Elba Elena Cecos jamás pasó desapercibida. Su talento, impronta, excelente humor y capacidad para relacionarse con pacientes y colegas le permitió cosechar numerosas muestras de respeto, reconocimiento y afecto a lo largo de su extensa trayectoria profesional. Su fallecimiento provocó profundo pesar en diferentes ámbitos de la Región.

Había nacido el 21 de marzo de 1945, en Berisso. Tuvo una infancia en la que el trabajo fue uno de los motores de la familia que encabezaban sus padres: Angel Cecos (empleado en uno de los emblemáticos frigoríficos de la Región) y Eufemia Raptópulos (ama de casa). Se crío junto a su hermana Olga en un ámbito de responsabilidad, ansias de mejoras permanentes y sacrificio para conseguir cada objetivo.

Los estudios primarios los hizo en el colegio Basiliano y en la Escuela Árabe Siria, ambos de Berisso. La secundaria la repartió entre el Liceo Mercante y el Colegio Nacional. Por cuestiones de salud de su familia, hizo los primeros años de Medicina en la Universidad de Córdoba, y para la etapa final regresó a su ciudad natal y se graduó en la UNLP.

Como médica clínica y especialista en diabetes trabajó en consultorios privados, pero fue más intensa aún su labor en hospitales públicos. En ese contexto, creó en el Hospital Larraín la unidad del Programa de Prevención, Diagnóstico y Tratamiento del Paciente Diabético de la Provincia (PRODIABA) para Berisso y Ensenada.

Militante peronista en su juventud, fue una ferviente luchadora de los derechos de los profesionales de la salud, a través de la Agremiación Médica de Berisso, donde ocupó distintos cargos y fue integrante del tribunal de Ética.

Su vida afectiva estuvo ligada durante 45 años con Omar Verdile, también médico (fallecido recientemente), con quien tuvo tres hijas: Natalia, Laura y Victoria. Con su colega compartió el amor por la profesión, los viajes por distintas partes del país y el mundo, y el encanto de la cultura griega. Muchos de sus amigos ingresaron a las bondades de la gastronomía helénica a través de las memorables reuniones que se hacían en su hogar donde sus recordados y exquisitos platos terminaban con elogiosos comentarios.

Más allá de impulsar una intensa vida social, su amor por la historia del arte y el fanatismo por Estudiantes, el excelente humor fue su sello. Distintas generaciones de profesionales que la siguieron como una referente de la medicina siempre destacaron su generosidad para compartir el conocimiento.

 

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