Empezó con un “take away” y terminó con una amenaza, comida gratis y un celular
Edición Impresa | 10 de Septiembre de 2020 | 02:56

La necesidad de sorprender al momento de cometer un asalto, ya sea en un comercio o en una vivienda, obliga a los ladrones a agudizar el ingenio.
Quizás, una muestra de eso hayan tenido en el mediodía de ayer en una conocida parrilla de Ringuelet. El delincuente “se salió con la suya” con la amenaza de la violencia como método para reducir a su víctima y dejarla sin posibilidad de reacción ante el despojo. El “botín” fue conformado por tres bondiolas, varias empanadas y el celular de la comerciante que lo atendía.
El episodio ocurrió en la parrilla “Mi Cuñado”, situada en 520 entre 17 y 18, en momentos en que había por esa zona, como sucede habitualmente, un fluido movimiento vehicular.
El propietario de la parrilla, Horacio Polinni (52) contó los detalles del robo. “Fue a las 12.30, cuando estaba atendiendo mi hija. Llegó un hombre de entre 40 y 50 años y como si fuera un cliente más le encargó tres bondiolas y una docena de empanadas para llevar”, dijo.
El desconocido recurrió a otro ardid de la estrategia delictiva. Polinni reveló que, en la espera de la comida “el ladrón le comentó a mi hija que quería que le mostrara el salón del local, porque estaba interesado en contratar uno para celebrar más adelante, cuando la situación por la pandemia lo permita, la fiesta de 15 años de su hija”.
La mujer accedió a ese requerimiento, suponiendo que había de por medio una intención real de tenerlo en cuenta para ese evento.
Sin embargo, la farsa se terminó rápidamente.
El delincuente quedó filmado por una cámara de seguridad del lugar. En la secuencia se puede observar que es alto, de contextura física robusta, de pelo negro y corto. Además, tenía un barbijo negro colocado sobre el cuello.
En ese breve intercambio, fue cuando le expuso a la hija del dueño de la parrilla que estaba allí por una finalidad muy distinta.
“Una vez que las bondiolas y las empanadas estuvieron listas para llevar, agarró la bolsa con los dos paquetes de la comida y no sólo que no pagó la cuenta, sino que además le robó un celular que sacó de un bolsillo a mi hija”, reflejó después el comerciante.
Según contó el comerciante, su hija no pudo ver si realmente el asaltante tenía un arma entre sus ropas como sugirió con un gesto hacia su cintura. “Simuló tenerla oculta debajo de su campera. Pero no mostró ni un arma de fuego ni un cuchillo, fue todo mediante una amenaza verbal”.
La damnificada prefirió evitar el riesgo de comprobar si un bulto que tenía el delincuente en la cintura, correspondía o no a un arma.
Paralizada por el miedo, prefirió no ensayar reacción alguna y esperar a que el asaltante se fuera cuanto antes.
Sobre esto último, Polinni señaló que el ladrón “estuvo entre 10 y 15 minutos en el local”, que funciona actualmente con delivery al aire libre debido a las medidas de prevención por la pandemia.
El dueño del comercio aportó, además, que a pocos metros “lo estaban esperando dos tipos dentro de un auto que parecía ser un Peugeot 206, de color blanco”. Y recordó una experiencia previa con el delito: “hace muchos años, cuando la parrilla tenía cena-show, en plena madrugada, tras un recital del cantante Leo Mattioli, tuve que forcejear con un ladrón que quería robar la recaudación”.
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