Más requerimientos en la causa por presunto abuso contra el cura Sidders
Edición Impresa | 4 de Septiembre de 2020 | 04:27

Las restricciones dedicadas a garantizar que el sacerdote Raúl Anatolly Sidders esté a disposición de la Justicia, que lo investiga por presunto abuso sexual, tendrán que esperar por ahora. Al menos hasta que el fiscal del caso cumplimente un planteo argumentando por qué considera que se le debe impedir la salida del país, como requirió en los últimos días.
A instancias de una denuncia radicada por una ex alumna del Colegio San Vicente de Paul, se presume que el religioso podría haber cometido agresiones sexuales contra menores cuando se desempeñó en esa institución del Barrio Hipódromo, entre 2002 y 2019.
El fiscal del caso, Alvaro Garganta (UFI Nº 11), le trasladó al juez de Garantías, Agustín Crispo, el pedido formulado por el particular damnificado. Aunque sin fundar la solicitud.
También explicó que el juez le remitió las actuaciones a la fiscalía para que en ese organismo se realice un nuevo pedido, con los fundamentos requeridos para que se puede concretar ese tipo de restricción para un imputado en un proceso penal.
La Fiscalía apelaría “porque la decisión del juez desnaturalizaría lo cautelar de la medida”, adelantó una fuente de Tribunales e invocando la línea que tomaría el fiscal añadió que esa medida “solo exigen la verosimilitud del derecho. Es, justamente, una medida anticipada para evitar la frustración de la aplicación de la ley”.
En un cruce de análisis, otra fuente vinculada al expediente analizó que la norma procesal establece que “no alcanza con el sólo pedido para disponer que a una persona se le prohiba salir del país”. Así, “es necesario que el requerimiento esté fundado con medidas probatorias”.
Los supuestos abusos se habrían cometido entre los años 2004 y 2007. Según la joven, se trató de “situaciones de acoso y abuso en el marco de las confesiones”.
La chica declaró que “en séptimo grado, recuerdo que era invierno, en los recreos, adelante de todos, me hacía poner mis manos en los bolsillos de su sotana porque decía que yo tenía las manos frías y me hacía sentir su erección. Esto ocurrió cuatro o cinco veces”.
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