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Economía Dominical |Representa el 10% del PBI y un 66% de las exportaciones

El campo tracciona a la economía y la soja se convierte en el salario del país

El sector agroindustrial genera divisas tanto en exportaciones como en ingresos fiscales de todo tipo, con las retenciones como tributo más redituable para el Estado nacional. El aporte al empleo de la cadena de valor

El campo tracciona a la economía y la soja se convierte en el salario del país
Esteban Pérez Fernández

Esteban Pérez Fernández
eperezfernandez@eldia.com

17 de Enero de 2021 | 02:36
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Divisas
En los últimos 20 años solo el sector granario exportó por un total de U$S408.709 millones y le aportó al fisco ingresos por U$S111.666 millones. Solo en la campaña 20/21 el agro aportará U$S36.500 millones en concepto de exportaciones y U$S8.017 en retenciones

El campo una vez más en el ojo de la tormenta. Esta semana por un paro de 72 horas tras la medida que decretó el Gobierno el último día de 2020 de prohibir las exportaciones de maíz. A través del ministro de Agricultura, Luis Basterra, el presidente Alberto Fernández tuvo que dar marcha atrás y la medida de fuerza, que recorría sus últimas horas, se levantó.

Este hecho coyuntural vuelve a mostrar la tensión permanente que existe entre los integrantes de la cadena agroindustrial y el kirchnerismo, disputa que un espectador neutral creería que podría zanjarse muy rápido al ver los números del sector y las divisas que le genera al país esta cadena de valor tanto en exportaciones como en ingresos fiscales de todo tipo, con las retenciones como tributo más visible y redituable para el Estado nacional.

Sin números oficiales finales del complejo granario en 2020 pero con proyecciones de especialistas tanto de ese sector como de la ganadería, las exportaciones de granos y carnes sumaron en 2020 unos U$S36.500 millones, lo que representaría casi un 66 por ciento de las ventas externas totales del país en ese mismo período, que oscilarían los U$S55.400 millones, según datos de la consultora Abeceb. Además, casi el 10 por ciento del Producto Bruto Interno proviene del sector.

De esa gran maquinaria que mueve a la economía del país como ningún otro sector productivo por su carácter federal desde lo territorial, solo en concepto de retenciones el Estado argentino recibió durante 2020 unos U$S7.800 millones del complejo de granos (soja, maíz, trigo, girasol, avena, cebada y sorgo) que equivales a $702.000.000.000 al dólar oficial y $1.248.000.000.000 al dólar blue; más otros U$S217 millones provenientes de las exportaciones de carnes argentinas, que totalizarían unos U$S8.017 millones “limpitos” para que el fisco gaste casi a discreción ($721.530.000.000 al oficial y $1.291.360.000.000 al blue). Para poner en contexto, el gasto en Salud pautado en el Presupuesto nacional 2021 es de 383.186.800, es decir que solo con las retenciones se pagan dos presupuestos de este Ministerio al cambio oficial y 4 al blue. Y alcanza para pagar sumados los presupuestos de varios ministerios, como Trabajo, Medioambiente, Agricultura, Turismo y Producción.

Con los números en la mano vemos como la producción agropecuaria tiene una relevancia central para el país, tanto como generadora de actividad económica, exportaciones y empleo, como de recursos fiscales. Pero también, por la propia característica de la producción y la cultura de los actores involucrados, ya que la producción agropecuaria tiene fuerte arraigo local por el desarrollo regional que impulsa. Es por este motivo que es necesario resaltar y visibilizar el impacto regional que generan políticas fiscales de orden nacional como los derechos de exportación, explicaron a este medio desde la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo Argentino (FADA).

Dentro de las exportaciones, la estrella vuelve a ser la soja -o el “yuyo”, como le gustó bautizarla hace años a la hoy vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner- con un valor internacional cercana a los U$S520 la tonelada, se convierte una vez más en el “salario” del país -como antes lo fue el trigo- ya que le garantiza más ingresos al Estado a medida que sube su precio, por las retenciones que cobra el Gobierno, a las que se suman otros impuestos y tasas, aunque representen ingresos para el fisco que no llegan en forma directa a la gente.

Según datos de FADA, la participación del Estado en la renta agrícola fue del 59,2 por ciento para el promedio ponderado de los cultivos de soja, maíz, trigo y girasol. Pero este indicador no incorpora el impuesto a la riqueza, que en algunos casos puede incrementar la carga tributaria sobre el productor. Así, de cada $100 que genera el productor (ingresos menos costos), $59,2 se lo llevan los distintos niveles del Gobierno a través del cobro de impuestos. Por otro lado, la participación del Estado en la renta de una hectárea de maíz es de 49,7 por ciento; en una de trigo es de 55,2 por ciento; en una de girasol, 49 por ciento, y en una soja, 64,6 por ciento.

EXPORTACIONES, RETENCIONES Y DÓLARES

Según datos aportados a este medio por la consultora Agritrend, del economista y especialista en el sector agropecuario, Gustavo López, en los últimos 20 años solo el sector granario exportó por un total de U$S408.709 millones y le aportó al fisco ingresos por U$S111.666 millones.

Las proyecciones de consultoras privadas calcularon que el PBI argentino cerró 2020 en unos 380.000 millones de dólares al considerarse la cotización oficial de la divisa estadounidense, aunque si se toma la cotización del dólar blue, el cálculo daría unos a 200.000 millones de dólares.

Solo en la campaña 20/21 el agro aportará U$S36.500 millones en concepto de exportaciones y U$S8.017 en retenciones al fisco nacional.

Según explicó a EL DÍA el economista experto en el sector ganadero, Víctor Tonelli, titular de la consultora Víctor Tonelli y Asociados, las exportaciones de carnes argentinas terminaron el 2020 con un volumen equivalente al 20 por ciento del total producido y un valor total de exportaciones superior a los U$S3.100 millones, de los cuales la carne vacuna representa el 77 por ciento del volumen total y el 88 por ciento del valor total exportado, seguido por las aves y luego el cerdo. En las carnes vacunas, el volumen total resultó 11 por ciento superior al volumen del año pasado y tocó un récord histórico en volumen, con un total cercano a las 925.000 toneladas, que representó el 19 por ciento de todo lo producido. Con este volumen mantiene el 5to. lugar como exportador mundial, cuando hace apenas 4 años ocupaba el puesto número 13. China continuó siendo el principal destino de las exportaciones de carne, y le siguen Alemania, Chile, Rusia, Israel y Brasil.

Básicamente, un país es exportador de un producto porque los precios internacionales de referencia son superiores a los precios nacionales. De esta manera, la diferencia entre la cantidad del bien que están dispuestos a comprar los demandantes locales al precio internacional y la cantidad que los productores están dispuestos a ofrecer a ese precio, determina la oferta exportable.

Así es que, también, un país es exportador de un bien cuando el costo de producirlo es inferior al precio internacional. Por ejemplo, por una combinación de factores naturales, tecnológicos, logísticos y de know how, Argentina tiene costos bajos para producir soja respecto a otros productores a nivel mundial y respecto al precio internacional de referencia, por eso es uno de los principales exportadores.

El país exporta el 81 por ciento de la soja, el 64 por ciento del maíz y el 63 por ciento del trigo, ya sea en forma de granos o productos procesados. Toda esta exportación genera divisas para el país, que luego son utilizadas para importar automóviles, celulares y un sinfín de productos, según FADA, a pagar gastos del Estado con las retenciones, desde sueldos a intereses de la deuda.

CÓMO AFECTAN LAS RETENCIONES AL DESARROLLO REGIONAL

La discusión sobre los derechos de exportación (DEX) a la producción agropecuaria suele estar enfocada en el rol fiscal que cumplen, en el efecto que generan en la rentabilidad del productor y en los impactos negativos que pueden generar sobre las exportaciones agropecuarias del país.

En el primer semestre del 2020 representaron el 74 por ciento de las exportaciones de bienes e ingresaron el 90 por ciento de las divisas netas al mercado de cambios, según revela FADA.

Para tomar dimensión de lo que significa el sector agroindustrial y los impuestos que paga, la Fundación mostró un ejemplo con una de las zonas bonaerenses más importantes para el agro, conformada por los partidos bonaerenses de Pergamino, Salto y Rojas. Con el aporte de esa región de sólo un año de DEX, equivale a la inversión necesaria para instalar 1 planta de bioetanol de 100.000 m³; 10 plantas eléctricas de biogás de 2 Mwh; 1 molino harinero de 450 tn/día; 10 granjas de cerdos de 1000 madres cada una; 1 frigorífico de cerdos equivalente a la producción de 12.000 madres; 1 frigorífico de exportación de bovinos de 100.000 cabezas/año. La operación y mantenimiento todas estas plantas podrían generar 972 empleos directos y 2.507 indirectos.

Otro ejemplo para visualizar lo que significa el aporte regional en concepto de DEX es el monto que deja de recibir Pergamino por la existencia de los DEX, que equivale a 4 veces el presupuesto municipal. En el caso de Salto el ratio es de 4,4 y en Rojas de 4,8.

También se estimó, para ayudar a dimensionar lo que representan los DEX para esa región bonaerense, que sólo con un tercio del aporte se podría pagar el costo operativo de 10 hospitales como el de Rojas y 100 escuelas agrotécnicas. Con otro tercio alcanzaría para pavimentar 3.650 cuadras por año, y con el tercio restante alcanza para hacer 44 obras como la realizada en 2015 en el Barrio Güemes–Las Lomitas en la ciudad de Pergamino.

En el caso de la agricultura en la región que se analizó en este estudio, destacan la importancia de lograr una política fiscal que genere el aporte tributario que requiere la Nación, pero que también deje lugar al productor para aplicar buenas prácticas agropecuarias y poder llevar a cabo inversiones que tiendan a aumentar la producción, agregar valor a lo largo de la cadena y generar más empleo. Y, además, que deje espacio a las jurisdicciones locales y provinciales para recaudar sus propios impuestos, que son los que tienen un retorno más directo en la infraestructura y servicios públicos como la salud, la educación o la seguridad, que ayudan a mejorar la calidad de vida en el interior del país.

El conjunto de políticas que permitan mayores inversiones, infraestructura adecuada y mejores servicios en el interior del país, en el mediano plazo, puede sentar las bases para alcanzar un desarrollo más equilibrado del territorio nacional, con igualdad de oportunidades y mejor calidad de vida, donde los jóvenes no deban mudarse a las grandes urbes para progresar.

Efectos de los derechos de exportación en las regiones del país

A nivel regional los derechos de exportación afectan negativamente por múltiples vías.

Menor federalismo fiscal: por un lado, los derechos de exportación son un impuesto nacional que no se coparticipa, por lo que es una exacción a los recursos regionales que no vuelven de manera automática por el reparto de impuestos. Al mismo tiempo, los derechos de exportación reducen el ingreso del productor, por lo que termina pagando menos impuestos a las ganancias (impuesto nacional coparticipable) y menor impuesto a los ingresos brutos en las provincias que existe, como el caso de Buenos Aires.

Menores recursos a nivel local: la producción agropecuaria es una economía distribuida, ya que la producción es llevada a cabo por miles de productores, que al mismo tiempo compran insumos a centenas de distribuidores, utilizan los servicios de miles de contratistas y transportistas. Así, los derechos de exportación tienen como resultado que menos recursos de la producción lleguen a las regiones, menos recursos que se gastan e invierten, menos recursos que dinamizan la economía y generan empleo. Este efecto se potencia, porque todos los integrantes de la cadena productiva luego consumen e invierten en los pueblos y ciudades del interior, dinamizando otros sectores comerciales y productivos que no pertenecen a las cadenas agroindustriales, según FADA.

Menor nivel de inversión y producción: un efecto directo de un menor ingreso, lleva a los productores a minimizar las inversiones en la producción, evitando que pueda crecer en el tiempo con más fertilización, mejores semillas y la aplicación de más tecnología. Esto, en el mediano plazo, provoca un estancamiento de la actividad económica que genera la agricultura en la región, con sus efectos en el empleo y el desarrollo local.

 

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