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Policiales |Los aspectos más jugosos de la declaración que duró 5 horas

El testimonio de Piparo, atravesado por el miedo y el recuerdo de la salidera de 2010

Ante la fiscal dio detalles del asalto que sufrió en 47, 15 y 16, los llamados al 911 y el embiste de los dos motociclistas, pero también contó lo que pensó cuando imaginó que iban a balearla, la relación de sus hijos con aquella experiencia y el vínculo con su marido

8 de Enero de 2021 | 04:41
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En las cinco larguísimas horas que el miércoles pasó frente a la fiscal María Eugenia Di Lorenzo, a cargo de las causas que investigan el robo que sufrió en la madrugada del 1 de enero y el embiste posterior que protagonizó su marido, con ella como acompañante, Carolina Piparo (44) aludió varias veces a aquella tremenda salidera que hace poco más de 10 años instaló su nombre en los medios de todo el país. Es que es probable que mucho de lo que sucedió el primer día del 2021 esté ligado de uno u otro modo a aquel tiro que el 29 de julio de 2010 sentenció a muerte a su hijo Isidro, a punto de nacer.

Muchas veces pronunció la palabra miedo, habló del choque, de lo que pasó en la comisaría y de cuestiones políticas que se mezclaron en esta historia policial.

“Mi esposo (Juan Ignacio Buzali) es una persona que por lo general toma cerveza, pero esa noche como mi cuñada no consiguió un Uber para que se lleve a mi suegro, mi cuñada y su hija, mi marido no pudo tomar nada cuando se enteró de que tenía que llevarlos él”, explicó Piparo, para desmentir la versión de que estaba ebrio. “Es una persona que jamás vi borracha y en todo caso hubiera manejado yo”, insistió.

En su testimonial, a la que accedió este diario, la diputada detalló que tras recibir el Año Nuevo en familia salieron de la casa del Grand Bell que alquilaron por el verano poco después de la 1.30. Aclaró que ella decidió acompañar a Buzali porque “era una noche complicada y me pareció peligroso que fuera solo”.

“El camino es largo. Media hora seguro tardamos. Dejamos a mi cuñada primero y vamos para lo de mi suegro”, en 47 entre 15 y 16, donde, dijo, ella ocupó su lugar cuando él bajó y mientras su marido abría el baúl para sacar unas bandejas. “En eso aparecen tres motos”, uno de cuyos ocupantes “saca un arma y me pide las cosas”, relató.

“Lo único que pensé fue que si me iban a pegar un tiro que sea en la cabeza, porque lo primero que se me vino a la cabeza fue la terapia intensiva donde estuve en el año 2010”, confesó. Y siguió: “No pude ni gritar, así que abrí la puerta y le di mi mochila. Mis vecinos empiezan a gritar que me quede tranquila, que llamaban al 911”.

Interrogada sobre los asaltantes, describió al que le apuntó y calculó que tendría “entre 16 y 18 años”. Y recordó varias veces “el buzo turquesa” de uno de ellos. De lo que le robaron, lamentó especialmente un pañuelo blanco que tenía en la mochila y siempre llevaba con ella, porque “en terapia intensiva me lo ponían a mí y al bebé para que cuando se lo llevaran sintiera mi olor”. Tenía también la notita que le escribió a Isidro el 12 de septiembre de 2010, cuando ella salió de terapia. Y negó que llevara 20 mil pesos: “En mi declaración jamás hablé de plata”, aclaró, y calculó que no tendría más que 6.000 pesos.

Confirmó que luego del atraco ella también se contactó con el 911, tras lo cual se quedó sentada en un sillón hasta que su marido le dijo que algunos vecinos querían saludarla. En la declaración aportó los nombres y domicilios de estas personas, testigos del incidente. Expuso luego su preocupación de que sus hijos se enteraran del episodio, porque “relacionan todo” con el hecho anterior. “Cuando nació el nene de mi cuñada el más chico dijo ‘qué bueno que nació y no le pegaron un tiro’”, contó a modo de ejemplo.

Detalló que entre el primer llamado al 911 y la llegada de la policía pasaron 25 minutos. “Yo ahí ya estaba enojada. Llegó un móvil y una moto creo, pero el móvil se fue y quedó la moto. Nos quedamos hablando con los policías como 10 minutos. Ellos me dijeron que estaban desbordados por las fiestas clandestinas, que estaban haciendo ese control que no les correspondía a ellos, como una queja”. Recordó que anotaron todo en una libretita y le indicaron que fuera a hacer la denuncia a 53 y 10, sede de la comisaría Primera. Apuntó que a 4 cuadras de ahí vieron tres motos y a uno de sus ocupantes con buzo turquesa, por lo que empezaron a seguirlos, ratificando que en ese ínterin ella llamó “varias veces” al 911 desde el teléfono de su marido. La fiscal le preguntó a qué velocidad los perseguían: “Para lo que es la calle la sentía rápido -admitió Piparo- pero frenando en las esquinas”. En este punto cuestionó la actuación policial: “Me imaginé que iban a aparecer patrulleros”. Pero no.

En otro tramo de su testimonio refirió que en determinado momento perdieron de vista a quienes seguían y al doblar en una esquina vieron “cinco motos con diez tipos” cerca y “delante nuestro”, ocupando “toda la calle como formando una letra V”, describió. “Yo nunca quiero que termine nadie inocente lastimado y aunque no sea inocente, igual. En ningún momento quise pisar a nadie, ni tuve un momento de adrenalina, ni mi marido tampoco”, afirmó Piparo, recordando que le dijo a Buzali “acá los dos no nos morimos y le metí mucha presión para escapar”. Reconoció que se dio cuenta del choque, pero no del arrastre, ruido que supuso obedecía a la caída del motor. Agregó que Buzali “tampoco quiso pisar a nadie” y apuntó que “él se sintió en peligro también y, más que nada, sintió que yo estaba en peligro, porque lo único que le importa son mis hijos y yo”.

“Temí por mi vida en el robo y desde el encierro de las motos hasta que no estuve con el personal policial”, contó Piparo.

Aludiendo a lo que pasó una vez que llegaron al puesto policial de Plaza Moreno y ya en la comisaría, aseguró que a lo largo de toda la madrugada le preguntó al personal cómo estaban las personas que habían atropellado.

“Había un policía alto que me vio que rompí tanto las pelotas con el tema de si se había muerto alguien, que hasta que él me dijo que iba a ir a dar vueltas por los hospitales porque nadie le atendía por teléfono”, dijo y aclaró que creyó que alguien podría haber fallecido porque una mujer se acercó a gritarles “asesinos” mientras los filmaba, en Plaza Moreno.

Piparo expuso ante la fiscal que ese policía a las 6 de la mañana le confirmó que “uno de los chicos no requirió asistencia médica y el otro requirió una sutura pero ya fue dado de alta” y agregó que en ese momento se “descompensó” y sintió que le “bajaba la presión”.

Negó que tras el choque ella o su marido hayan ido a vomitar al baño de la comisaría 1ra., como declararon los policías que les tomaron la denuncia, y aclaró que Buzali “tuvo diarrea”.

Cuando la fiscal le preguntó por qué los secretarios de Seguridad del municipio, Darío Ganduglia, y de Salud, Enrique Rifourcart, llegaron al control policial de Plaza Moreno, donde Buzali detuvo la marcha de su auto tras embestir a los motociclistas, Piparo dijo: “No sé. Yo no lo nos llamé, si no tenía mi teléfono y no tenía mis contactos”, ya que instantes antes le habían robado el celular.

“Ahí Darío (Ganduglia) me dice: ‘Caro, escuché por la radio que te pasó algo. ¿Cómo estás?’”, contó la legisladora.

Al respecto, desde la Municipalidad explicaron que Ganduglia acudió 20 minutos después del arribo de Piparo al control policial, cuando los agentes de la Bonaerense ya habían intervenido en el caso. “Hay filmaciones de esto”, resaltaron, y desmintieron que haya estado ocupando el lugar del intendente. “Julio Garro no se tomó licencia”, aportaron.

Piparo aclaró que no llamó al secretario de Seguridad, quien dijo haberse enterado por la radio policial

 

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