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Cómo fue el trabajo de los científicos cuyo hallazgo recorrió el mundo y la certeza de que Colón no había sido el primero
Según los testimonios de las “Sagas”, los emblemáticos textos que narran las epopeyas de los vikingos, y también de acuerdo a muchos historiadores que lo vienen reafirmando desde hace décadas, los legendarios marinos escandinavos habrían sido los primeros europeos en llegar al continente americano, en torno al año 1000, casi 500 años antes de que Cristóbal Colón “descubriera” América. ¿Pero esto era así?; y de serlo, ¿cuando ocurrió en realidad?
En todo caso, el único sitio conocido con rastros de su presencia era “Anse aux Meadows”, en el extremo norte de la isla de Terranova, en Canadá, una pequeña bahía en la que se encontraron yacimientos de ocho edificios. Allí, ya entrado el siglo XX, se hicieron dataciones con carbono 14 sobre esos restos, pero con resultados muy imprecisos.
¿Habrían estado realmente allí los famosos vikingos? Ellos habían recorrido grandes distancias en sus célebres barcos, pero la fecha en la que protagonizaron su primera gran aventura transatlántica no estaba clara.
Pero ahora, un grupo de científicos fechó en el año 1021 la presencia de vikingos en América del Norte, en un trabajo cuyos resultados ya recorrieron el mundo y que utilizó la “radiación cósmica” que dejó rastros en fragmentos de madera durante esa época.
La importancia de este trabajo realizado por la Universidad de Groninga (Países Bajos), a su vez publicado por la revista científica Nature, radica en que esta fecha marca el momento más antiguo conocido en el que se cruzó el océano Atlántico, por lo que Cristóbal Colón no fue el primer europeo en llegar a América.
En su investigación, los científicos demostraron por primera vez que los célebres navegantes escandinavos ya estaban presentes en el continente americano hace mil años, y que tras recorrer grandes distancias hacia el oeste, establecieron asentamientos en Islandia, Groenlandia y, finalmente, en L’Anse aux Meadows, Terranova, Canadá.
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El equipo sacó sus conclusiones gracias a la datación por radiocarbono de objetos de madera descubiertos en un yacimiento arqueológico de Terranova, el primer registro conocido de seres humanos que cruzaron de Europa a América. En concreto, analizaron tres trozos de madera procedentes de tres árboles diferentes, que, según los científicos, procedían de contextos arqueológicamente atribuibles a los vikingos.
“Cada una de ellos presentaba claras evidencias de corte y rebanado con cuchillas de metal, un material que no producía la población indígena”, explicaron.
Según detallaron los expertos de la Universidad de Groninga, “el año 1021 es el más antiguo en el que se puede demostrar científicamente la presencia europea en América, ya que las fechas que antes se barajaban sobre la presencia vikinga en América se habían basado en gran medida en las sagas islandesas, que en realidad comenzaron como historias orales y sólo se escribieron siglos después de los acontecimientos que describen. Y aunque contradictorias y a veces fantasiosas, las sagas también sugieren que se produjeron encuentros, tanto violentos como amistosos, entre los europeos y los indígenas de la región. Sin embargo, se han encontrado pocas pruebas arqueológicas que confirmen estos intercambios”.
La fecha exacta -el año 1021- se pudo determinar porque en el año 992 se produjo una enorme tormenta solar que provocó una clara señal de radiocarbono en los anillos de los árboles del año siguiente en todo el mundo.
Es que la Tierra sufre constantemente la llegada de radiaciones cósmicas, que en su mayoría son rechazadas por su campo magnético. Esos fenómenos a veces son tan importantes que provocan un aumento de la presencia del isótopo carbono 14 en la atmósfera. Y un estudio japonés, detectó dos de esos fenómenos de origen cósmico, uno en el año 775 y otro en 993.
Ahora bien, esa brusca elevación del carbono 14 deja huella en los árboles, conocidos por su capacidad de absorber carbono. Fue así que los científicos buscaron, con la ayuda de un espectómetro de masa, rastros de rayos cósmicos en tres fragmentos de árboles que fueron localizados en el campamento vikingo en Terranova, fragmentos que a su vez habían estado en contacto con herramientas de hierro, y la datación tradicional con carbono 14 dictaminó que su antigüedad oscilaba entre los años 1019 y 1024.
Posteriormente examinaron los anillos de los fragmentos, y detectaron qué anillo mostraba un exceso de carbono 14.
El conteo de anillos permite determinar con gran exactitud la edad del árbol, y la técnica reveló que el anillo con más “carga” de carbono 14 correspondía al año 993, por lo que contando los anillos restantes hasta la corteza, se pudo determinar en qué año fue tallado el árbol, y el resultado fue el 1021.
El método de rastreo de rayos cósmicos es una técnica con gran potencial, y según se destaca, puede servir para solventar muchos interrogantes históricos más. Por ejemplo, el Centro de Investigaciones Isotópicas ya pudo establecer en 2020 la edad de una estructura arqueológica en el sur de Siberia gracias a esta técnica, que detectó los rastros de la radiación cósmica que afectó a la Tierra en el año 775.
Con esta técnica, pudo saberse que los vikingos estuvieron en América exactamente en el año 1021, aunque todo indica que la ocupación de ese emplazamiento fue breve y esporádica.
Sin embargo, el número de expediciones vikingas a América y la duración de su estancia sobre el Atlántico siguen siendo desconocidas, aunque todos los datos actuales sugieren que el legado cultural y ecológico de esta primera actividad europea en América haya sido pequeño, pese a que las pruebas botánicas de L’Anse aux Meadows confirmaron que los vikingos también exploraron tierras más al sur de Terranova, como quedó dicho, casi 500 años antes de que lo hiciera Colón.
El método de rastreo de rayos cósmicos es una técnica con gran potencial
No está claro cuántas fueron las expediciones vikingas a América
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