Mató a la madre y a la tía: por maullar, los jueces echaron de la sala al hombre que se cree gato
| 26 de Octubre de 2021 | 10:41

En la primera jornada del juicio a Gilad Gil Pereg , el hombre de 40 años que en 2019 mató a su madre y a su tía y se creen gato, los jueces ordenaron que se retire ante la insistencia de acusado de maullar y maullar cada vez más fuerte.
Los maullidos empezaron cuando la jueza la preguntó nombre y apellido.
El juicio se lleva a cabo en el nuevo Polo Judicial Penal de Mendoza ante un jurado de 12 vecinos que deberá juzgar al israelí, acusado de asesinar a su madre y a su tía cuando viajaron a visitarlo a la provincia cuyana, en enero de 2019.
Todo este tiempo estuvo detenido en una celda, solo, en el hospital neuropsiquiátrico El Sauce, en Guaymallén.
Este lunes, la jueza Laura Guajardo tomó juramento a los 12 ciudadanos y ciudadanas titulares y 4 suplentes.
El jurado quedó compuesto por: una ama de casa (38), una diseñadora industrial (35), una peluquera (31) y empleada doméstica (33), una psicóloga (26) y una gastronómica (46). Entre los varones se cuentan dos mecánicos (24 y 23), dos metalúrgicos (44 y 32), un empleado (42) y un desocupado (21).
Como jurados suplentes fueron sorteados una docente (35) y una autónoma (46) entre las mujeres; y un operario de bodega (31) y un empleado gráfico (34).
Este martes en la primera audiencia que es transmitida en vivo a través de SIJUMtv, el canal oficial del Poder Judicial de Mendoza en YouTube, el acusado empezó a maullar y lo sacaron de la sala.
Sobre el ciudadano israelí Gilad Pereg pesan dos imputaciones: homicidio agravado por el vínculo en relación a la muerte de su madre, Phyria Saroussy; y homicidio agravado por el uso de arma de fuego en relación a su tía, Lily Pereg.
Ambos femicidios fueron cometidos en enero de 2019, en la casa del acusado en Guaymallén.
El juicio comenzará después de tres años de investigación y acumulación de pruebas, en la que la defensa del único acusado intentó retrasar con apelaciones y pericias que pretendían demostrar que Gil Pereg padecía una enfermedad mental y era inimputable. No lo logró.
Mañana miércoles comienza el debate, donde habrá cerca de 50 testigos y presentación de pruebas que para llegar al momento de la sentencia puede significar un mes.
Gil Pereg será juzgado por haber actuado con alevosía en los asesinatos, fraguar la desaparición de sus familiares y esconder los cuerpos. Si es declarado culpable, podría recibir la pena máxima de 50 años en prisión.
El israelí, que era prestamista, quiso hacer pasar la desaparición de sus familiares como un caso de inseguridad y mintió durante toda la investigación inicial.
Muestras de ADN halladas en su remera y en una bolsa de cemento en el patio de casa fueron la punta del ovillo para encontrar los cuerpos, el 26 de enero. Estaban enterrados en una habitación de su casa, frente al cementerio de Guaymallén, en el Gran Mendoza.
En esa casa donde aparecieron los cuerpos, el hombre convivía con una docena de gatos y perros, a los que tenía en malas condiciones de alimentación y rodeado de basura y excremento.
“Son mis hijos”, repetía Gil Pereg cuando quisieron alejarlos de sus gatos, que fueron entregados al cuidado de una ong protectora de animales. Desde que fue detenido, en varias audiencias y en su celda, imitaba a sus animales: ronroneaba y maullaba como un gato.
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