Lo velaban en La Plata, tenía una marca rara y ahora harán una autopsia

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Como el caso de María Marta García Belsunce, pero en la ciudad de La Plata. Al menos, eso es lo que intenta determinar la Justicia, que dispuso el retiro de un cuerpo de una casa funeraria para la realización de un estudio de autopsia, ante la sospecha cierta de que el hombre que estaban velando pudo haber sido blanco de un asesinato.

El fallecido, de 68 años, estaba internado en un neuropsiquiátrico “Santa Teresa de Ávila”, situada en la calle 61 entre 1 y 2.

Según fuentes del caso, informado su deceso, tras los trámites de rigor, se dispuso el traslado del cuerpo para la despedida de sus familiares. Y fue en esas circunstancias, que alguien se acercó al cajón para honrar a la víctima y vio que tenía una especie de surco en el cuello.

Esos fueron momentos de confusión y mucha tensión, tanto que se decidió llamar a la Policía, ante la sospecha cierta de que algo raro pudiera estar sucediendo en el lugar.

En el plano de las hipótesis, la marca mencionada podría ser un claro signo de ahorcamiento a lazo o tal vez manual. Y esa comprensión, siempre hablando de los supuestos, pudo haber desencadenado el deceso.

De ser así, no se trató de una muerte natural, como surge del certificado de defunción, que presuntamente lleva la firma de un profesional vinculado a la entidad especializada en la atención de personas con afecciones mentales.

El informe forense, de acuerdo a los voceros consultados por EL DIA, se realizaría en la jornada de hoy y será clave para despejar todos los interrogantes.

En la causa, tomó intervención la fiscal Betina Lacki, que fue quien impartió la orden de retiro de los restos para la realización de la autopsia.

PUNTOS DE CONTACTO

Como se sabe, María Marta García Belsunce fue asesinada el 27 de octubre de 2002 en su casa del barrio cerrado Carmel, ubicado en Pilar.

La rareza del caso radicó en que, inicialmente, se creyó que la muerte había sido causada por un accidente doméstico.

La socióloga estaba siendo velada, pero se descubrió que, en realidad, tenía varios disparos en la cabeza, cuyos orificios habían sido pegados con “la gotita”.

Un mes más tarde, se ordenó la autopsia del cadáver y allí los médicos forenses descubrieron que la fractura de cráneo que tenía había sido producida por proyectiles de un arma calibre 32.

Los forenses inicialmente vieron una sola herida, con hundimiento y fractura de cráneo, compatible con el golpe contra el grifo, pero al abrir el cráneo descubrieron dentro del mismo cinco proyectiles.

 

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