Dos cracks y una estructura, las claves del Lobo para mañana

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Por FACUNDO ACHÉ

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Puertas adentro de Estancia Chica, rápidamente el partido con Argentinos Juniors se convirtió en anécdota. Pipo Gorosito tomó una decisión clara en la previa de ese juego: apostar por el clásico. Y vaya si tiene sentido la apuesta -más allá de ser el propio entrenador quien ilusionó con objetivos más altos como la Sudamericana- porque el clásico se convirtió a los largo de los últimos 15 años en un yunque sobre los hombros de todos los triperos. Pipo, con exactos tres meses en el club y estos jugadores (la gran mayoría de ellos jugando su primer o segundo clásico) tiene ante sí la página en blanco para escribir su propia historia.

Como pocas veces en los últimos años, Gimnasia llega al clásico con individualidades que pueden torcer el rumbo de un partido. Ante un rival que también tiene las cartas sobre la mesa con la pelota parada, las subidas de Godoy y el tándem Del Prete-Díaz, el Lobo opone una estructura sólida, el liderazgo de Alemán y el desequilibrio de Luis Miguel Rodríguez y Johan Carbonero. El Pulga es magia, la pelota imposible en el momento en que nadie la espera; el colombiano, velocidad y uno contra uno al que en este torneo le sumó más eficacia frente al arco. Y combinados, esos nombres han aportado goles como frente a Arsenal o Talleres.

¿Qué hay detrás de los nombres propios que pueden definir un partido? Un equipo en crecimiento sostenido al que le faltan nombres y tiempo de trabajo para acercarse a lo que el Cuerpo Técnico pretende. Rodrigo Rey es un arquero sólido que tendrá que estar muy atento a las pelotas aéreas. La línea defensiva es tal vez el punto más flojo y con menos variantes a partir de las bajas de Maximiliano Coronel, Matías Melluso y Germán Guiffrey. Sin dudas Leonardo Morales, en silencio, se ha erigido en el líder de la línea de cuatro. En el medio Emanuel Cecchini es la gran medalla de Gorosito, el jugador en el que creyó y al cual recuperó. A su lado, Insaurralde es un pistón para acompañar en ataque a la vez de sostener sus obligaciones defensivas. Y Aleman es el tercero del Lobo en cualquier “pan y queso” porque a su juego y pegada le agrega el liderazgo anímico en la zona caliente del campo de juego. Con virtudes y defectos, Gimnasia tiene una estructura.

Y adelante, apareció Eric Ramírez como solución. Otra vez postergado, otra vez corriendo desde atrás, esta reversión le dio gol al equipo. Lesionados Alexis Domínguez y Contín, con Holgado esperando por una buena pretemporada, Ramírez parecía ser una opción ya probada (en todos los puestos menos en el suyo, de mediapunta) y destinada a la intrascendencia. Sin embargo, como cuando Maradona lo sacó del ostracismo para darle una camiseta titular ante Aldosivi, Ramírez respondió otra vez y ahora con sendos goles en los partidos como titular ante San Lorenzo y Talleres. Hoy, no hay dudas, el concordiense número 43 es el nueve del equipo.

El Pulga es magia, la pelota imposible en el momento en que nadie la espera; el colombiano, velocidad y uno contra uno

 

Son casi 12 años sin ganar un clásico. 17 partidos. En los últimos 8 el Lobo ni siquiera convirtió goles. Hasta recambió técnicos pensando en dar el golpe en base a personalidad, mano dura o una pretendida oposición estilística. Y si bien el fútbol tiene excepciones –lo fue aquella victoria del Gimnasia de Cocca sobre el Estudiantes de Sabella 3 a 1 en 2010- generalmente se imponen los mejores equipos, mas trabajados y con mayor inversión. Pipo apostó todo al clásico y espera que su nombre quede ligado a una alegría tripera. Y los hinchas esperan el grito desahogado y ver el futuro con otros ojos. Y eso no depende de la Sudamericana, depende del clásico.

 

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