Guillermo Enrique Sautú

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A los 64 años falleció Guillermo Enrique Sautú y su partida entristeció no solo a su círculo íntimo, sino también a su entorno laboral de FEMEBA, en donde se desempeñó por casi medio siglo y en el que cosechó respeto, compañerismo y amistad.

Había nacido el 12 de octubre de 1956 en La Plata. Fue el hijo mayor de Gloria Odilia Pis y Ángel Eduardo y creció junto a su hermano Walter Eduardo. Completó sus estudios secundarios en la Escuela N°5 de barrio Hipódromo, lugar en el que se crió.

A los 16 años, empezó a trabajar en FEMEBA como cadete, tras lo cual se desempeñó en distintos roles hasta llegar a ser Jefe de Honorarios. Con 49 años de servicios, fue el empleado de mayor antigüedad en esa entidad.

Guille, como lo llamaban en su entorno laboral, fue un trabajador responsable con destacado sentido de compañerismo. Siempre atento y alegre, colaboró con todo aquel que lo necesitó y lo hizo de corazón, sin esperar a que se lo pidieran.

El 5 de diciembre de 1981 concretó su proyecto familiar junto a Gabriela Anahí Molinari, con la que a lo largo de 39 años recorrió un camino de amor y compañerismo. Entre las etapas más felices, estuvo la llegada de sus hijos: Facundo Sebastián, Nahuel Matías, Aldana Soledad, Nicolás Andrés y Alan Nehuén.

Luego se sumaron a la familia, Juliana Costa, que se casó con Nicolás, y nació Emma Catalina; y Ezequiel Flamenco, que se casó con Aldana, y le dieron otros dos nietos, Zoe Celeste y Benjamín Uriel. Quiso a su nuera y a su yerno como si fueran sus hijos.

Guillermo se desvivía por su familia y por estar presente en cada momento especial para compartir las buenas, pero también para ponerle el hombro a las malas.

De temperamento activo, le gustaba ir al gimnasio, andar en bicicleta y, cuando el tiempo se lo permitía, ir a la cancha para ver a su querido Estudiantes de La Plata.

“La mesa de los jueves”, conformada por amigos y compañeros unidos por el trabajo, también fue para Guillermo una cita obligada para compartir con ellos un momento de esparcimiento y largas charlas en las que se abordaban los temas más variados en un clima de cordialidad.

Sus valores como ser humano y su alegría son parte del legado que Guillermo Sautú deja a quienes compartieron con él la vida, por eso sin dudas, quedarán en sus recuerdos como un hombre íntegro.

 

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