Ocurrencias: todo está como lo dejamos

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ALEJANDRO CASTAÑEDA

afcastab@gmail.com

 

Todo pasa y todo queda, decía Machado. Y el verso de la pandemia nos arroja a una poética repetida, sin calma ni consuelo. Pasó enero sin pena ni gloria. Y quedó el COVID. Las vacunas llegaron, menos de las prometidas, pero eso tal vez exprese las posibilidades de un comprador que no tiene plata ni para curitas. Putin envió una primera remesa y ahora avisaron que no podrán cumplir con el plan de entregas, pero lo cierto es que una parte de esta argentinidad asustada ya se siente más segura tras el primer pinchazo ruso. Enero se evaporó sin grandes novedades. Como alguna vez dijo Andrés Gide, fueron “días atroces, ociosos, sin otra ocupación que envejecer”.

El gobierno se empeña en luchar contra los anti vacunas, aunque el problema real no son los anti sino la escasez de Sputnik V. El entredicho subió de temperatura porque el oficialismo montó en sedes partidarias una oficina de información y registro. Es para ayudar, dijeron. ¿Ayudar a quién? Lo indudable es que las jeringas consoladoras van a jugar cada vez más fuerte en medio de una campaña que promete pinchazos más envenenados que salvadores. ¿Cuándo se votará? Es la nueva incógnita de un país de acertijos.

Verano fiestero y acalorado. Los protocolos criollos se aflojaron un poco, pero las cifras de la pandemia se mantienen en un escenario donde las deudas, la inflación y la crisis le suman nuevas cepas desoladoras a un paraje acostumbrado a tener que andar con fiebre alta y sin antídotos.

Siguen los cortocircuitos en el poder, pero Boudou se diplomó como electricista

Lo que siguió tal como era esperable es el folletín Maradona. Que ahora tiene a su médico y su psiquiatra a la cabeza de un elenco de ansiosos que lagrimea porque se fue y saca cuentas por lo que puede llegar. La mano de Dios se cansó de dar, pero le siguen pidiendo. Hoy la Justicia aguarda que las cuentas bancarias, el ADN y los recetarios le sumen certezas a un novelón lleno de gambetas y tarjetas rojas.

Los amoríos de los famosos, que siempre florecen en el estío, esta vez se llamaron a sosiego. Una noticia fue que Barby Franco, la novia de Fernando Burlando -que un rato es titular y otro rato subrogante- anunció que la relación estaba terminada. Y fue más lejos: “Me voy a quitar del cuerpo el chip que en pleno romance me regaló Fernando”, una suerte de tobillera romántica que permite localizarla y vigilarla. El amor, siempre tal vulnerable, merece que la técnica y la ciencia le arrimen por fin alguna garantía. Porque las novias no vienen como antes. Y Burlando sabe que, vigilados, todos somos mejores.

Con cama adentro o cama afuera, los funcionarios siempre te acuestan

Hubo algunas remake. En 2007 -se acuerdan- se encontró en el despacho de Felisa Miceli, la ministra de Economía de la Nación, un bolso con 40 mil dólares. Y un par de años después, a otra mujer del poder, la vicepresidenta Gabriela Michetti, le descubrieron 50 mil dólares en su residencia. Dos señoras trabajadoras con plata misteriosa. Las excusas que dieron las olvidadizas sonaron a ciencia ficción: Miceli habló de un hermano prestador y platudo; y la Michetti, de un novio ahorrativo y generoso. Ahora, otros episodios parecidos también terminaron acercando mucho a dos que juegan en veredas opuestas: años atrás el ministro Jorge Triaca tuvo que renunciar después de nombrar a toda su parentela y, encima, maltratar con furia a su empleada doméstica. Ahora fue Victoria Donda, una que se muestra como abanderada frente la corrupción y la discriminación, la que apretó a su mucama. Le insinuó que le podía conseguir un puesto oficial siempre y cuando renunciara. Con cama adentro o cama afuera, los funcionarios siempre te acuestan.

Y siguen los cortocircuitos en las grandes usinas del poder. Pero, por suerte Boudou se diplomó como electricista, una capacitación que le permitirá primero desenchufar algunas denuncias que lo tienen a mal traer y segundo, ahorrarse por buen alumno unos meses de cautiverio. Hoy son varios los encausados que andan revisando los cursos de bricolaje penitenciario para poder matricularse de algo y reclamar la domiciliaria. Sin duda, da gusto ver que ese ex vicepresidente, que soñaba con la máquina de hacer plata, ahora anda con destornillador y cables tratando de ponerle algún cortacorriente a su currículum.

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