Barrios acosados por la inseguridad hacen oír sus protestas y sugerencias

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Un verdadero circuito de asambleas vecinales en La Plata y la Región, para tratar el tema de la seguridad, quedó conformado en el curso de esta semana, en un panorama que se ha vuelto habitual ya en muchos barrios acosados por una ola delictiva que no da respiro a la población. Estos encuentros se vieron también matizados por “alarmazos”, marchas y movilizaciones que se realizaron en Melchor Romero, City Bell, Villa Elisa, Arturo Seguí, Los Hornos y en el barrio El Mondongo en las últimas horas.

En el último de los casos mencionados, se sabe que el tema principal pasa por la erradicación de la llamada zona roja, que le ha traído a El Mondongo no sólo incidentes de toda índole sino la llegada e instalación del narcotráfico.

Desde hace mucho se viene hablando de la necesidad de más patrullajes; del mal funcionamiento de los números de emergencia 911 y 147; de la deseada vuelta de las rondas de policías caminantes, entre otros temas que son tratados en forma frecuente con autoridades policiales, de la Comuna y de la Provincia.

En el caso de Los Hornos, vecinos y comerciantes organizaron una caminata por el centro, desde 137 y 66 hasta la conocida esquina del reloj, en 137 y 60. “Queremos vivir tranquilos”, fue uno de los elocuentes testimonios ofrecidos por los organizadores.

Lo mismo ocurrió en plaza Belgrano de City Bell, con vecinos de Villa Elisa y Arturo Seguí sumados a la convocatoria y a la sexta movilización del año, que se hará bajo el lema “Acá no”.

Por último, en Melchor Romero se hizo sentir un “alarmazo”, como forma de protesta por los constantes hechos delictivos que padece esa localidad y, en general, toda la Zona Oeste.

Se ha dicho en esta columna que, por encima de las justificadas protestas que se quieren hacer sentir, se está también frente a un verdadero aporte de los distintos vecindarios, que debería ser aprovechado por las autoridades para encarar con mayor fundamento la lucha contra el delito.

Cuando los vecinos reclaman mayores niveles de seguridad y más presencia policial en las calles están dejando planteada la inquietud de los barrios acosados por un fenómeno delictivo que no cesa, pero, al mismo tiempo, en esos encuentros ofrecen testimonios que pueden reunir mucho valor para definir una mejor acción policial.

Reclamos por los asaltos violentos perpetrados contra viviendas, por los delitos que sufren los comercios, por el constante robo de bicicletas forman parte del inventario de quejas, acompañadas siempre por datos de los lugareños acerca de los lugares donde presumen que viven muchos de los malvivientes. Claro que en las últimas semanas los vecinos alertan por la cantidad de gente desconocida que transita por sus barrios.

No deben existir -y menos aún para un tema tan complejo como el de la inseguridad- soluciones mágicas ni panaceas. Pero la simple voz de los vecinos, de quienes conocen a fondo la vida de los barrios y muchos de ellos, además, que recuerdan el mucho más eficaz servicio que prestaba la policía décadas atrás, justamente cuando más estrecha era la relación entre las comisarías y los vecindarios, pareciera marcar un rumbo que las autoridades policiales debieran explorar.

Se ha experimentado tanto en los últimos años, se han forzado tantas marchas y contramarchas a partir de concepciones doctrinarias opuestas, que nada costaría con darle curso a estas sugerencias, que surgen del simple sentido común de los protagonistas de la vida social y que cuentan, además, con el antecedente de haber resultado exitosas en países que se caracterizan por la excelencia de sus policías locales o de cercanía.

 

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