Fernando Escujuri

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El fallecimiento del doctor Fernando Próspero Escujuri provocó muestras de profundo pesar en diversos ámbitos de la Ciudad. De una capacidad extraordinaria para transmitir y compartir sus conocimientos, fue referente en la docencia, fundamentalmente en la Universidad Católica de La Plata.

Había nacido el 11 de marzo de 1939 en Tres Arroyos, en el seno de una de las familias más tradicionales de esa ciudad de la provincia de Buenos Aires. Se trasladó a La Plata para iniciar la carrera de abogacía en la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata, en la que se recibió en 1970. En la misma UNLP realizó los estudios de doctorado.

Se destacó en dos ámbitos: la administración pública y la docencia. Comenzó la carrera dentro de la administración pública en 1971, al ser designado subdirector provincial de Bibliotecas. Luego fue abogado asesor de la delegación de la Asesoría General de Gobierno en la dirección de la Energía de la provincia de Buenos Aires, entre 1971 y 1991. Desarrolló un prolífico trabajo en diversas áreas de la administración pública provincial, ocupando diversos cargos de jerarquía, hasta finalizar en 2011 como director de la Asesoría de Contralor y Desarrollo Institucional de la Dirección de Energía del Ministerio de Infraestructura provincial.

En la docencia comenzó como ayudante de alumno y ya en 1981 inició su carrera en la Universidad Católica de La Plata, donde fue docente en diversas cátedras, como así también en colegios de esa casa de estudio y ocupó cargos directivos. A su vez, formó parte de un selecto grupo de profesores para el área de ingreso a esa casa de altos estudios entre fines de los años 80 y los años 90. Siempre fue un docente de referencia y recibió el título de Profesor Extraordinario. También fue profesor en la UNLP, desde 1989 a 1991 en la cátedra de Filosofía del Derecho, donde fue profesor adjunto.

Además se destacó también por su producción literaria, dejando un legado de consulta permanente para sus colegas y seguidores.

Le gustaba mucho viajar: Tierra Santa y Europa fueron sus destinos más elegidos. Fue benefactor y activo fiel de la parroquia San Ponciano, y participó con destacada actuación en la Fundación Santa Ana.

Una de sus pasiones era compartir experiencias de sus viajes con un grupo de amigos y colegas, quienes lo escuchaban atentamente.

Recibió múltiples reconocimientos, entre ellos el de personalidad destacada de las ciencias sociales, otorgado por la Legislatura bonaerense.

 

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