Es necesario buscar otras herramientas para bajar el precio de la carne

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Una vez más vuelve a plantearse la amenaza de un conflicto entre el Gobierno y el campo a partir del incremento en el precio de la carne vacuna y de las interpretaciones que genera el fenómeno. En esta oportunidad la mecha de la discordia se encendió cuando la secretaria de Comercio Interior advirtió que si la suba de precios continúa, el Ejecutivo pensaría en cerrar las exportaciones de carne. Desde el organismo oficial también habrían amenazado con subir las retenciones, y la respuesta de los productores agrarios no se hizo esperar.

Cabría señalar que en muchas oportunidades, al analizar el tema en esta columna, se ponderó que el rumbo más acertado pasa por fomentar la cría de ganado, en lugar de prohibir las exportaciones. En cambio, si se cría menos y el stock ganadero se reduce, el resultado deriva en la suba de precios. Una suba que, paradójicamente, se presenta cuando el consumo interno de carne ha disminuido en forma sensible.

La secretaría de Comercio Interior sostuvo ahora que “hay incrementos de precios que, si seguimos viendo comportamientos especulativos, no nos temblará el pulso a la hora cerrar las exportaciones de carne”. Agregó que “no es lo mismo lo que pasa con los alimentos de góndola, que con los precios de los alimentos frescos”. Cabe señalar que poco antes el presidente de la Nación había expresado que la suba de precios en carnes “es incomprensible” y que el Gobierno se encuentra en estos momentos trabajando para resolver esta cuestión.

Una de las primeras respuestas del sector agrario fue la de las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), cuyo presidente afirmó: “Si se sigue pensando que la solución a los incrementos de precios está en las medidas intervencionistas, vamos a lograr el efecto contrario al que necesitamos. Yo creo que hay que incentivar la producción”.

Por su parte, un empresario del sector puso de relieve que “cuando prohibieron las exportaciones en 2006 cerraron más de 100 frigoríficos y perdimos 12 millones de cabezas de ganado. Caímos del 3ro al 13er lugar como exportador mundial de carne”, para asegurar que “avanzamos hacia el peor pasado”. Como se dijo, desde el Gobierno también se barajó la posibilidad de aumentar las retenciones.

Lo cierto es que, si se considera el ciclo desde 2003 a la fecha, la cantidad de cabezas de vacunos experimentó primero un aumento que llegó a un pico de 59 millones de reses en 2007. Sin embargo, en 2006 se restringieron las exportaciones y se implementó un control interno de precios, lo que generó una casi inmediata restricción, que se estimó en unas doce millones de cabezas menos que en el mejor momento.

Está claro que el momento que atraviesa el sector rural argentino es enormemente complicado, con fuentes de ingreso que fueron remarcables en años anteriores y que hoy son mucho menores (calculan cerca de un 30 por ciento). Sin embargo, si existiera una promoción atinada de las enormes posibilidades que ofrece la actividad agropecuaria -en lugar de aplicar trabas y controles que está largamente demostrado que a nada llevan- la recuperación sería ostensible en muy corto plazo.

Se cuenta ahora con los cercanos ejemplos que ofrecen Uruguay y el Paraguay que, a partir de sancionar medidas de fomento para el campo –entre ellos la reducción o quita de gravámenes durante los primeros diez años- están conquistando rápidamente mercados internacionales con crecientes producciones agropecuarias. En realidad, también deberían mencionarse aquí lo que ocurre con el sector rural de Europa y de los Estados Unidos, que se encuentra subvencionada por sus gobiernos mientras que, en el nuestro, se ve desalentada por todo tipo de cargas tributarias y fiscalizaciones.

 

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