Musk, medio ambiente, energía y bitcoin

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Ali Bekhtaoui

AFP

Convertido en uno de los oráculos de las criptomonedas, el fundador de Tesla, Elon Musk, hizo temblar el precio del bitcoin al criticar su creciente impacto en el medio ambiente. “La criptomoneda es una buena idea en muchos niveles y creemos que tiene un futuro prometedor, pero esto no puede tener un gran costo para el medio ambiente”, aseguró en un tuit.

La minería o minado (su proceso electrónico) de bitcoins se ha convertido en una batalla de potencia informática, con máquinas devorando energía mientras compiten para realizar complejos cálculos computacionales.

El multimillonario insistió. “El uso de energía en los últimos meses es una locura”, tuiteó, compartiendo un gráfico del Índice de Consumo Eléctrico del Bitcoin de Cambridge (CBECI).

La tabla muestra la evolución del consumo de electricidad estimado para hacer posible la moneda virtual, que ha aumentado casi de manera constante desde 2016 y se aceleró drásticamente desde finales de 2020, sobre una base anualizada.

El precio de bitcoin se desplomó un 15 por ciento, a su nivel más bajo en dos meses y medio, después del anuncio de Musk de que Tesla ya no aceptaría pagos en esta criptomoneda por sus vehículos mientras su “minería” consuma tantos combustibles fósiles, especialmente carbón.

Los clientes del fabricante, que también invirtió 1.500 millones de dólares en la moneda virtual en febrero, podían usarla para comprar vehículos de la marca desde finales de marzo.

En el origen del cada vez más frenético consumo de energía en el mercado de bitcoins, cuya capitalización superó el billón de dólares a principios de año antes de volver a caer, está la jugosa recompensa codiciada por estos “mineros”, que ha llevado a multiplicar los centros de datos dedicados a la actividad.

Para cumplir con un código de seguridad de la red de emisión de bitcoins, las personas que minan deben resolver ecuaciones complejas que no tienen relación directa con las transacciones. A cambio, reciben automáticamente una recompensa en forma de criptomoneda cada diez minutos por su “prueba de trabajo”.

Por ello, a medida que el precio de bitcoin aumenta, también lo hace el interés por el minado y, por ende, el consumo de electricidad.

Y entonces, también crecen las consecuencias para el medio ambiente: la revista científica Nature publicó un estudio el mes pasado que muestra que el minado de bitcoins en China, donde se genera casi el 80% del comercio mundial de criptomonedas, corre el riesgo de comprometer los objetivos climáticos de Pekín.

En este país, parte del minado se hace a costa de electricidad generada por un carbón particularmente contaminante, el lignito.

“La decisión de Tesla invita a una fuerte toma de conciencia a las empresas y consumidores que poseen bitcoins y que anteriormente no habían prestado atención a la factura ecológica”, dijo Laith Khalaf, analista de AJ Bell.

 

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