Espejito, espejito…

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Si algo identifica a la reina Máxima es su gusto por los excesos a la hora de vestir. Excesos controlados, claro. Es cierto que 2020 opacó la pasarela a la que nos tiene acostumbrados pero en esta primavera boreal está surgiendo con todo su esplendor.

El atuendo más original que llevó en los últimos actos fue uno de la colección Au79 de Claes Iversen. Confeccionado en sarga de seda en tonos de un dorado apagado, el vestido tiene una caída espectacular y le queda perfecto pero lo más llamativo son los anillos dorados que rodean la manga desde la muñeca al codo y que están inspirados en los que llevan las mujeres de la tribu Ndebele en África. Tal vez eran demasiados abalorios para un vestido de día pero así es Máxima.

Pero el miércoles pasado, en un concierto en su honor, Máxima ha brillado como hacía tiempo que no lo hacía. No solo estrenó atuendo sino también diseñador. O mejor dicho, diseñadora… Se trata de Iris van Herpen, una joven de 36 años que fusiona la alta costura artesanal con nuevas tecnologías de confección. El vestido era color nude, su tono preferido de los últimos meses, con detalles en azul. Parecía transparente pero no lo era; podríamos definirlo como vaporoso pero no tenía volados; era clásico y moderno a la vez. No era del estilo que más la favorece y su originalidad trajo polémica. Máxima sorprende. Y plena, a sus 50 años, lo seguirá haciendo (casi) siempre para bien.

 

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