Golpes a una embarazada y amenazas de mutilación en un millonario robo a quinteros de Abasto
| 22 de Mayo de 2021 | 10:00

Si bien el caso aún está en plena fase de investigación, la descripción de las víctimas sobre la forma en la que vestían, las armas que utilizaron, una especie de jerarquía y los métodos que emplearon para ejecutar los atracos casi no dejan dudas de que la banda de los polichorros volvió a la escena criminal con un millonario golpe en la zona fruti hortícola de la Región. En esta oportunidad, no sólo se repitió el nivel de violencia y crueldad con el que suelen actuar sino también el perfil de las víctimas. Dos familias de quinteros de Abasto, que vivieron horas de terror y espanto por las terribles amenazas de mutilación y secuestro y las torturas que sufrieron de parte de al menos cinco delincuentes, fueron despojadas cada una de sus vehículos, de electrodomésticos y de un botín en dinero efectivo que, en base a los primeros cálculos, rebasaría los dos millones de pesos.
Todo comenzó alrededor de las dos de la mañana de este sábado en una vivienda ubicada en Ruta 36, entre 526 y 193. Al menos cinco delincuentes ingresaron a la propiedad de una familia compuesta por el matrimonio y sus dos hijos. Luego de sentir que sus perros hacían arcadas, el dueño de casa se levantó para saber qué sucedía con sus mascotas y fue así que advirtió la presencia del clan delictivo merodeando en su patio. Los delincuentes también se dieron cuenta de que habían sido descubiertos por el dueño de casa y fue así que decidieron apurar el ingreso a la morada abriendo la puerta a patadas.
En cuestión de segundos, el descanso de la familia viró a desesperación y horror por la presencia de cinco sujetos vestidos con ropas oscuras, armados con pistolas 9 milímetros y con actitudes muy violentas. Tras reducir al padre de familia, comenzaron las torturas y las amenazas para que revelara dónde tenía guardados sus ahorros. Fueron varios minutos de tormentos ya que el propietario insistía que no tenía la gran cantidad de dinero que los ladrones andaban buscando.
Creyendo que la víctima estaba mintiendo, los delincuentes llevaron el interrogatorio al máximo nivel de violencia cuando tomaron a uno de los hijos del matrimonio y comenzaron a amenazar con que le cortarían los dedos si no “colaboraba”. Fue en ese momento que la víctima se jugó su última carta y para convencer a los ladrones de que decía la verdad les ofreció que se llevaran su vehículo y sus electrodomésticos.
Aparentemente aquella oferta terminó por convencer a los malvivientes de que no iban a obtener nada más. No se tiene certeza si fue el magro botín que habían logrado reunir hasta ese momento o si ya tenían trazada una hoja de ruta delictiva. Lo concreto es que la banda decidió ir por más e irrumpió en la vivienda de un vecino ubicada a unos cincuenta metros de la primera casa asaltada.
Así como sucedió en un triple robo que tuvo lugar a finales de enero en 90 y 215 (en donde una nena de 14 años fue violada), un sujeto se quedó custodiando la primera casa y otros cuatro se dirigieron a la segunda para volver a desatar un clima de terror y espanto. Decididos a agrandar el botín, los ladrones actuaron con una saña terrible. Además de atar al dueño de casa y golpearlo, patearon a su esposa embarazada y amenazaron con llevarse secuestrado a su pequeño de tres años si no daba detalles del escondite de su dinero.
“Entraron cuatro tipos a mi casa como a las dos y media de la mañana. Yo estaba durmiendo y me desperté al sentir un golpe seco en la puerta. Cuando me quise levantar ya tenía a dos hombres en mi habitación. Todos empezamos a gritar en casa. Teníamos mucho miedo”, contó a este diario, Clemente Sandoval, el damnificado.
“Los tipos estaban encapuchados y tenían pistolas de policías. Recuerdo que un gordo me agarró un brazo, me lo dobló y le dijo al resto ‘revisen toda la casa’. Yo no daba más del dolor y le pregunté qué querían. El gordo me dio un culatazo en la cabeza y me dijo ‘callate’”, recordó la víctima. Con la situación bajo su control “el gordo que mandaba” dio la orden a uno de los ladrones para que volviera a la primera casa.
Los ladrones no tardaron mucho en dar con los ahorros de la mamá de Sandoval que se encontraban en una mesita de luz. No conformes con la suma que habían “recaudado”, los delincuentes comenzaron a exigir al dueño de casa de que entregara sus ahorros. “‘Sabemos que tenés plata, una plata grande. Dónde la tenés. No hagas las cosas más difíciles’ me dijeron los tipos. La verdad es que intenté proteger mi dinero pero tendría que habérselo dado enseguida. Me hubiese ahorrado el sufrimiento de mi esposa y de mi hijo”, apuntó el hombre.
Es que, ante la negativa de Sandoval, los ladrones se ensañaron con su esposa quien se encuentra cursando un embarazo de ocho meses y con su pequeño de tres años. “Sacaron a mi mujer de la cama, le pusieron una sábana en la boca y la empezaron a patear. Y me decían “Habló porque la matamos y nos llevamos a tu hijo’”. Sin más remedio, Sandoval indicó dónde tenía guardada su plata y recibió un segundo culatazo que lo dejó “semi desmayado”.
Con un millón ochocientos mil pesos en su poder (los ahorros de varios años de la víctima y de sus madre, según confió Sandoval a eldia.com), los ladrones abandonaron la casa. Pero aún faltaba la estocada final en lo que respecta a la pérdidas para este productor agrícola. El silencio sepulcral que había quedado en la casa tras la partida de los ladrones se interrumpió con otro violento golpe contra la puerta. Al salir de la casa se dieron cuenta que una camioneta de marca Chevrolet modelo S10 estaba estacionada en un galpón. “Entraron de nuevo pidiendo la llave y se las tuve que dar. Ahora estamos esperando que la encuentren. Es lo único que tengo esperanzas de poder recuperar porque el dinero, como le ha pasado a otras familias asaltadas, estoy seguro de que no va a aparecer nunca”, opinó la víctima. En ese marco dejó el dato de que su camioneta es gris y tiene como patente NDK034.
En cuanto a los delincuentes, Sandoval escuchó que arrancaron la camioneta y abandonaron su casa. A los pocos minutos sintió que pasaba otro vehículo y luego no se sintió más nada. Con el correr de los minutos, aún temiendo que los ladrones podían encontrarse aún en la zona, Sandoval tomó coraje salió de su casa y se topó con un panorama desolador. Había cuatro perros muertos (aparentemente por envenenamiento) en las inmediaciones de su propiedad. Dos de los canes formaban parte de su familia. Las restantes mascotas eran de su su vecino con el que se junto luego para revivir las horas de angustia que pasaron. Allí se enteró de que de la primera casa se llevaron unos pocos pesos, la mayoría de los electrodomésticos y el auto.
EL ÚLTIMO GOLPE HABÍA OCURRIDO EN MARZO
La últimas vez que se había escuchado sobre un robo de similares características al ocurrido esta madrugada, había sido a mediados de marzo. Puntualmente el 18 de marzo, una banda armada irrumpió en una quinta ubicada en 58 y 234, Etcheverry en busca de “plata”. No sólo se repitió el perfil de los delincuentes sino que también la intención de asaltar dos casas aunque sólo pudieron ejecutar un robo.
Tras un intempestivo y violento ingreso, cinco sujetos vestidos “con ropas oscuras y con pasamontañas”, según describió la víctima a la policía, maniataron a toda una familia y llevaron al dueño de casa a una habitación en donde lo torturaron para que revelara el lugar en el que tenía guardado su dinero. Luego de varios minutos de zozobra y tortura, el damnificado se quebró y facilitó la ubicación del escondite de sus ahorros. Tras ello, los delincuentes lo ataron de pies y manos con precintos y lo tiraron al suelo.
No conformes con el botín que acababan de armar, los sujetos se dirigieron a la casa de un vecino de la víctima. Pero los intentos por abrir la puerta fueron infructuosos y optaron por abandonar la escena con los 11 mil pesos y objetos de valor que habían tomado en la primera casa.
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