En carne viva

Vélez le marcó diferencias tácticas, técnicas y físicas. Un F1 contra un Fiat Spazio corriendo una picada. Un baño de realidad y el hartazgo de la mediocridad hecha costumbre.

Tristeza. Bronca. Impotencia. Era sabido que Gimnasia no iba a clasificar. Estaba en los planes perder contra Vélez, mejor plantel y mejor equipo, ponga lo que ponga en la cancha. No así. Duele la goleada. Duele la forma. No encontrar nunca el partido, correr siempre detrás de la pelota, esperar que el partido se termine porque puede llegar otro gol. Con errados caminos individuales (el quinto gol es inaceptable), sin funcionar como equipo. Sin alma. Sin sangre. Sin ganas. Y las llagas de hoy seguramente no van a cicatrizar así nomás.

El equipo que jugaba a algo perdió la memoria. No jugó a nada. Martini y Messera apostaron a un planteo que no funcionó. Ni con 5 defensores ni con 4 tras la lesión de Guiffrey. Equipo largo, perdido, sin presión, sin protagonismo, que dejó jugar siempre. Vélez se sintió más cómodo que en la Villa Olímpíca, entrando y saliendo, generando espacios, ante un rival que careció de hambre y de compromiso con la situación.

"Al hincha quiero pedirle disculpas, fuimos hoy lo que nunca fuimos en un montón de cuestiones. Futbolísticas. De actitud. Remarco las disculpas como responsable del equipo", dijo Leandro Martini."No es momento para analizar el campeonato. Estamos muy calientes y los análisis hay que hacerlos en frío y con la cabeza más tranquil", agregó Mariano Messera. El cuerpo técnico quizá haya pecado de creer -como hinchas- que el equipo podía dar más. Y el techo, lamentablemente, no permite -como hacen algunos hinchas- mirar por sobre el hombro a Sarmiento o Patronato. Es más, pero no tanto más.

Dicho esto, no hay lugar para "que se vayan todos, que no quede ni uno solo" porque la experiencia demuestra que Gimnasia no se refuerza, porque todo le parece caro (es fútbol profesional, para barata está la Liga) y porque no hay capacidad de gestión ni de elección de jugadores de parte de la dirigencia. Ok, se irán Ayala y Barrios (y hay que reemplazarlos de verdad, no con saldos) y tal vez Boca reclame el regreso de Weigandt. Pero pensar en ciclos cumplidos es inviable, porque Gimnasia suele tener menos torneo tras torneo. Y "vamos, vamos los pibes" no es opción: hay pibes para acompañar, algunos buenos a los que les faltan veinte partidos en reserva y muchos que no están a la altura de una Primera División. Entonces, antes de pensar en cambiar las figuritas hay que sostener una base que quizá no sea ideal, pero sí un punto de partida desde donde sostener a jugadores que marquen diferencias. A esos, hay que buscarlos en el mercado. Y cuestan dinero. Mucho. Pueden ser hallazgos como Carbonero, pero para traerlo hubo que poner 200 mil dólares arriba de la mesa. Nada es gratis. Nada es barato. Y para buscar, hay que saber.

Leandro Martini y Mariano Messera le pusieron el cuerpo y la cara al Gimnasia post Maradona.Se murió el ídolo de todos y a las 48 horas estaban dirigiendo. Hicieron un torneo digno y cuando se esperaba un salto de calidad, se fue media columna vertebral . Desmantelaron el equipo (sí, lo desmantelaron, esa es la palabra). El covid les bajó 18 jugadores en dos semanas. ¿Hay errores? Seguro. El planteo táctico de hoy fue uno. Y deben tener muchos más. Pero nada de eso amerita soltarle la mano a un cuerpo técnico que ha estado a la altura, que pidió refuerzos y cri cri, cri cri. Los que no están a la altura, desde hace años, son otros.

Hoy Gimnasia salió herido del Bosque. No lo dañen más.

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