Propuestas destinadas a lograr una mayor seguridad de los ciclistas en las calles

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El estudio realizado por la Agencia Nacional de Seguridad Vial, que contiene distintas estrategias y propuestas de medidas destinadas a mejorar la seguridad de los ciclistas en nuestro país, reflejado ayer en este diario, constituye por lo pronto una respuesta oportuna al ostensible mayor incremento en el uso de bicicletas, acentuado a partir de la pandemia y de las restricciones al uso de los transportes masivos de pasajeros.

El informe conocido en las últimas horas procura delinear pautas para una circulación más segura de este vehículo en los distintos diagramas callejeros y ofrece conclusiones obtenidas también de consultas realizadas a más de 17 mil ciclistas. Ello, en el contexto de considerar a las bicicletas como “un medio económico, ecológico y saludable”, así como “una de las mejores opciones para alcanzar una movilidad más sustentable y segura”, se expresa en el estudio.

Las propuestas que surgieron del estudio de la ANSV apuntan a “la construcción de infraestructuras exclusivas para este tipo de usuarios, como ciclovías y bicisendas”, y “la creación de estacionamientos que brinden seguridad y facilidad” en la vía pública, lugares de trabajo, escuelas y clubes.

También sugirieron medidas que apunten a controlar “el incumplimiento de normativas de tránsito, instalar semáforos para bicicletas sobre las ciclovías que se consideren necesarias, reducir las velocidades máximas en espacios donde confluyen automóviles y bicicletas y también otorgar facilidades económicas y generar incentivos”.

Más allá de los alcances de este trabajo, la sola observación de lo que ocurre en las calles de nuestra ciudad, al igual que lo que sucede en muchas otras, deja a la vista un fenómeno de manifiesta “incompatibilidad” o incomprensión entre automovilistas y ciclistas, acerca de la forma de convivir en el tránsito.

Si bien es verdad que el conductor del vehículo de mayor porte es al que se le debe reclamar una mayor prudencia y responsabilidad, no son pocos los ciclistas que, seguramente por falta de experiencia o de conocimientos, se manejan con imprudencias, zigzagueando o incumpliendo con el mandato de los semáforos. Y sin contar, además, con los mínimos elementos de seguridad que se les requieren.

Desde luego que todo apunta a la mayor existencia de ciclovías o, inclusive, en determinadas circunstancias, de calles preferenciales para ciclistas. En el caso de nuestra ciudad resulta incontrastable que debe apuntarse a estimular el uso de la bicicleta que, además, contribuye a descongestionar el tránsito automotor. Para favorecer esa alternativa, entonces, se deben introducir reformas integrales al tránsito general.

Resolver y despejar el peligro que implica el desplazamiento excesivamente veloz de automóviles en las ciudades y, al mismo tiempo, lograr que los ciclistas se incorporen a la dinámica del tránsito respetando las señalizaciones y actuando con prudencia, para lo cual será necesario intensificar campañas de concientización, constituyen premisas inevitables para esa reforma.

Corresponde reseñar también que el uso de la bicicleta es un reclamo de diferentes entidades de la Región. Algunas de ellas reclamaron recientemente la existencia de los llamados “corredores seguros”, para que los ciclistas puedan circular sin mayores inconvenientes y, al mismo tiempo, se disminuya el uso de los autos con la posibilidad de lograr mayor conciencia sobre el cuidado del medioambiente. A su vez, propician la existencia de campañas de concientización, para que las diferentes clases de vehículos puedan transitar sin mayores riesgos viales.

 

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